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La lucha por la libertad de naturales y africanos… 387 los sufrimientos de los indios, en los primeros días de la conquista, con los que ahora sufren los esclavos africanos, «sin que tengan más remedio que su misma destrucción y propia desventura» 37 . Sostendrá, además, sin ningún tipo de ambages que la compra de los esclavos es ilícita, no existiendo distinción alguna entre la primera y segunda compra. Como respuesta a las dudas que se le pudieran argüir afirmará que en las compras no sirve razón de buena fe, entendiéndose que no hay tal en las transacciones, ya que si la hubiera, habría que averiguar la licitud de la compra y si se llegara a descubrir que ésta era ilícita, el comprador estaría obli- gado a liberar y restituir. Al mismo tiempo, considera que no hay posibilidad de ignorancia en el comercio humano, por lo que tampoco puede atentarse contra el derecho inalienable de la libertad. Por ello, para que la ignorancia fuera válida, ésta debería ser invencible por el hombre, no pudiendo supe- rarla con los medios que tiene a su alcance. Por este motivo reflexiona que no se ha de admitir la libertad usurpada, por lo que peca tanto el comprador como el vendedor, puesto que si estos últimos no compran esclavos, se puede terminar con el negocio fraudulento y pecaminoso. Por último, presenta un argumento ad hominem , el hecho de que los autores confiesan las violencias cometidas, haciendo una crítica profunda de los sistemas de pensamiento que, dando vueltas al argumento, evitan tomar una postura clara. La argumen- tación moral y jurídica permite mostrar cómo la servidumbre de los africanos es injusta. Por todo ello está convencido que los compradores pagan en sus vidas y en su descendencia los delitos cometidos. Así, los negros y sus ori- ginarios son por naturaleza libres y, en razón de derecho, están exentos de toda servidumbre. Francisco José de Jaca, de manera parecida a Bartolomé de Las Casas considera que los problemas de conciencia, que tuvo en un principio, dejan de ser tales para convertirse en una propuesta de fe, capaz de remover la estructura existente. Precisamente por ello, al afrontar los derechos católicos , el Evangelio ocupa un papel relevante. Presenta ya un corolario de lo que luego desarrollará: «No tiene lugar la esclavitud, en los antedichos negros y sus originarios, principalmente por ser cristianos y de la Iglesia santa hijos» 38 . Para aseverar esto, no hará otra cosa que aplicar la doctrina católica, que con- taba teóricamente con argumentación suficiente, para declarar la esclavitud como una práctica ilícita 39 . 37 Ibid . 38 Resolución II, §. 1, 19. 39 Acerca de este tema, Cf. J. Mª García Añoveros, El pensamiento y los argumentos sobre la esclavitud en Europa en el siglo XVI y su aplicación a los indios americanos y a los negros africanos, Madrid 2000.

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