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Miguel Anxo Pena González 386 Es significativo que el autor comience su tratado con la cita bíblica de Génesis 1,27, en la que se resalta el poder absoluto de Dios, al tiempo que se presenta al hombre como criatura de su dominio y bondad inagotable. Si Dios ha dado poder al hombre, no tiene ningún sentido ni explicación el que unos hombres sometan a los otros. Por lo mismo, considera un error seguir manteniendo como válida la esclavitud de los bárbaros, pues su condición de seres humanos les confiere ya unos derechos universales. Distingue entre ley natural y la ley de la gracia, por lo que el hombre ha de mostrar eterno agradecimiento, expresado también en las relaciones humanas. De la misma argumentación deducirá que la esclavitud es fruto del pecado original y se opone a la naturaleza humana, por lo que no tiene ningún sentido que se siga practicando. Como consecuencia de esta primera idea, entiende que el derecho de gentes fundamenta las relaciones entre las distintas comunidades e individuos y, a semejanza del derecho natural, se ha de estructurar como una doctrina que marque la ley y la justicia entre los hombres. Jaca comienza señalando las condiciones para una guerra justa: que la causa haya sido averiguada, autén- tica y legítima 32 . En el caso de que éstas no se dieran, sería injustificada y se trataría de un latrocinio y de una tiranía 33 . Presentado ese principio analiza las condiciones para que un título de guerra justa sea válido. Aquí no hay ninguna novedad, pues son los ya cono- cidos de toda la tradición: que se efectúe por la autoridad pública del príncipe o de la república. Se cuestiona sobre quién ha probado que en las tierras de África existan guerras lícitas, ya que de ello no existe ningún testimonio obje- tivo: «¿quién lo ha averiguado? ¿quién con testimonios auténticos lo ha expre- sado, declarado y de ello, en limpio ha tenido certeza?» 34 ; que haya justa causa para realizarla. Considera que no hay constancia válida que pruebe la licitud, mientras se constatan «enredos y testimonios falsos» 35 . Y, aún en el caso de que se diera guerra justa, las dificultades morales para el tráfico y venta de los esclavos no facilitarían el negocio a los asentistas; que haya recta intención, lo que considera que es imposible en los asentistas ya que, en el caso de que existieran guerras entre ellos y se vendieran los unos a los otros, esto llevaría a concluir que «no admite razón de guerra justificada, sino de altercación, sedición y perturbación inicua a todo derecho opuesta» 36 ; que haya guerra justificada. No se puede justificar afirmando que la esclavitud de los bozales, ayuda a que vivan en sociedad. El hecho lo hace más visible comparando 32 Cf. D. de Avendaño, Ibid. 33 Cf. Ibid. 34 Resolución I, §. 7, 9. 35 Ibid . , §. 8, 10. 36 Ibid . , §. 9, 11.
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