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578 miguel-anxo pena gonzález Así, dominicos y jesuitas, unirán todas sus fuerzas, tanto en Salamanca como en Madrid, para anular las pretensiones de los benedictinos. Como señala Colombás, nuevamente vemos mani- festarse la importancia y papel singular que ocupa el confesionario real, como lugar preponderante para remover conciencias y cam- biar intenciones. Aguirre lo expresará en estas palabras: “siendo ambas Religiones de Santo Domingo y Compañía tan desavenidas y contrarias en los dictámenes, solamente se hayan mancomunado para hacer hostilidad a la Religión de San Benito” 109 . Ante las gestio- nes del Cardenal, tanto en España como en Roma, consigue que el Prepósito General de la Compañía, P. Tirso González, escriba a los provinciales de Valladolid y Toledo, para que no se opongan a la pre- tensión de los de San Vicente. Con todo, la intervención de González no sirvió de nada, pues los suyos siguieron en la misma tónica, man- teniendo un rechazo total a las pretensiones de los benedictinos. El hecho de la presión que Inocencio xi había ejercido en el nom- bramiento de éste como General, se resentía en el funcionamiento interno de la misma Compañía. Llama la atención que ningún autor haya reparado, a un mismo tiempo en un pequeño detalle que, tal como funcionaban las cosas, debió tener una importancia significa- tiva. El mundo de la Corte y gestiones romanas ponía en relación a tres figuras vinculadas con el entorno salmantino, y que se encontra- rán en este momento en Roma: el cardenal Aguirre, el P. Tirso y, por último, el P. Díaz de San Buenaventura. No es muy difícil imaginar que la relación existente de éstos, de manera separada, se utilizará y vinculará ahora en los intereses comunes y la sensibilidad parti- cular que tenían por los estudios, cada uno de ellos. No es posible precisar hasta dónde llegan estas relaciones, ya que están presentes e intervienen a la hora de gestionar las tan ansiadas cátedras. Por su parte, el Cardenal no se resigna a que sean únicamente dominicos y jesuitas los que ocupen un lugar más preponderante en el campo teológico universitario. Él mismo llega a intuir que no han tenido el apoyo de ninguna de las dos instituciones porque él, cuando la controversia De Auxiliis en Salamanca, no se había mani- festado partidario de ninguna de las dos partes. Con el paso del tiempo, había llegado a formular su propia opinión de la materia, lo que Colombás entiende que “dominicos y jesuitas sospechaban con razón que, de fundarse las cátedras de benedictinos, no se enseña- 109  “El cardenal Aguirre al P. Lardito (16 marzo 1692)”, en aupsa, Fondo Cole- gio de San Vicente , Caja 137, carp. 2.

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