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568 miguel-anxo pena gonzález por los dominicos y por la de los franciscanos, con frecuentes mani- festaciones públicas de las banderías 86 . Por otra parte, Fr. Francisco Díaz de San Buenaventura, lector en el convento de San Francisco y comisionado para realizar las gestiones en el entorno universitario, conocía muy bien los Estatutos del Estudio, en los que valiéndose de un lenguaje barroco jurídico, busca la manera de hacer ver que el recurso al Rey era válido y oportuno. Era, además, un hombre enérgico y con una amplia liber- tad de pensamiento, que no tiene ningún problema en atacar el probabilismo de los jesuitas, al tiempo que mantiene con ellos una relación intelectual fuerte, a partir de aquellos puntos comunes. Con todo, la relación institucional, al margen de pequeños proble- mas, debía resultar bastante fluida; prueba de ello es la presidencia de actos en el Estudio General por parte de algún jesuita 87 . A primeros de octubre la consulta sale del Consejo, con la orden del Rey, para que sea abordada en Claustro en la Universidad. Lógi- camente, en el Estudio, inmediatamente, se crea un ambiente hostil y contrario, a la cabeza del cual se encontrarán los dominicos 88 , por ver peligrar el tomismo, pero al que acompañaban casi la totalidad de las Órdenes, por considerar que las condiciones marcadas por los observantes eran una amenaza contra sus intereses. La actitud mantenida en Salamanca no deja de ser sorprendente, puesto que en el momento en el que los grupos más poderosos habían logrado un espacio significativo, ya fuera por las cátedras de concurso o por las de Órdenes, se niegan a que entren en escena aquellos que lle- vaban más de doscientos años retirados de las aulas del Estudio. Del hecho se intuye que su fuerza debía ser más significativa que lo que parecía en un primer momento. Seguramente estaba presente toda- vía en la conciencia de todos el memorial de Fr. Pedro de Urbina, dirigido a Felipe iv en 1628, con el que los franciscanos habían cola- 86  En este sentido, no se puede olvidar que, aunque los franciscanos no asistían a las aulas del Estudio, sí participaban de la vida académica, asistiendo a los actos públicos y acogiendo a diversas naciones de estudiantes, a modo de cofradías en su convento, con lo que se convertían en una influencia directa sobre los mismos. Al mismo tiempo, y aunque está poco estudiado, no se puede olvidar la importancia que tenía el sacramento de la penitencia en la vida estudiantil, para el que los estudiantes solían asistir normalmente a San Francisco el Real. 87  Cf. “Diario del Colegio de la Compañía de Jesús de Salamanca. iii. 1665- 1746”, en bgusa, Ms. 578 , f. 44r. 88  Cf. Francisco Díaz de San Buenaventura, Luz clara... , p. 12, n. 17.

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