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alternativa a las cátedras de teología en la Universidad… 543 normativa que obligaba a los estudiantes a asistir a las lecciones de las cátedras de propiedad era una realidad significativa pero, en la práctica, no lo dejaba de ser también el hecho de que los mismos estudiantes asistieran voluntariamente a otras lecciones, creando así –de facto– otra clasificación paralela de las cátedras, en las que para aquel momento la preponderancia las tenían aquellas en las que se encontraban los agustinos. Esto sin olvidar también que a las cátedras solían asistir los alumnos de una misma Orden religiosa, o de aquellos que formaban frente común con la línea de pensamiento del maestro respectivo, haciendo una clara selección de aquello a lo que se asistía. El maestro Zumel, en este particular, resalta también un principio que parece importante, que es el hecho de que la Universidad contaba con un número significativo de lecciones diversas, en las que todos se podían ver representados, por lo que no tenía mucha lógica seguir ampliando la oferta académica. De alguna manera, era poner en saldo a la Teología, con lo que podía perder su lugar de ciencia primera. Lo que no dejaba de tener su lógica, al tiempo que daba muestra de la comprensión cerrada que tenían de la Teología los teólogos identificados con el tomismo rígido, que no eran conscientes de la especialización que estaba ya viviendo la Teología, de manera par- ticular hacia el campo moral. Es curioso que, de igual manera que se van a crear las cátedras de Órdenes, con lo que se producirá una amplia multiplicidad de Escuelas teológicas, adornado todo ello con el recurso a favore- cer la “diversidad de opiniones” 30 , empiezan a cobrar fuerza los manuales escolásticos, que serán el marchamo institucional más poderoso, gracias al cual los estudiantes y los Colegios conven- tuales se desentienden progresivamente de las lecciones y actos de conclusiones que se desarrollan en la Universidad, con lo que se van disociando del cuerpo universitario, impartiendo clases de Artes y Teología en sus conventos. Allí tenían la seguridad de poder expresar lo que deseaban, sin ningún tipo de control externo, cumpliendo los requisitos mínimos exigidos por el Estudio 30 A este respecto, Melquíades Andrés dirá que, “cuando la Iglesia necesitaba teología bíblica, investigación histórica y filológica y estudios de teología positiva, nuestras facultades reavivaron el espíritu desorbitado de escuela”. Melquíades Andrés Martín, “La teología en el siglo xvi (1470-1580)”, en Id. (dir.), Historia de la Teología. i. Desde sus orígenes hasta fines del siglo xvi (Madrid: Fundación Universitaria Española, 1983) p. 612. Cf. Luis E. Rodríguez-San Pedro, “Barroco y tradicionalismo, siglo xvii”, en Manuel Fernández Álvarez – Luis Robles Carcedo – Luis E. Rodríguez-San Pedro, La Universidad de Salamanca. i. Historia y pro- yecciones (Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 1989) p. 118.
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