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64 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ en esta ocasión se trataba de una tarea oficial, encomendada por el Maestro General, considerando las dotes, cualidades y lugar de relevancia que adornaban a Báñez que, por otra parte, ya había comentado toda la obra del Doctor Angélico en sus años de magis- terio. Por lo mismo, sus lecturas debían ser preparadas para la imprenta, uniéndose a las ya publicadas por Medina, para que fue- ran de utilidad para los maestros y estudiantes de Teología 16 . Desde los marcos institucionales dominicanos, cumplir con dicho encargo era considerado como una obra santa y de pro- fundo mérito. El mismo autor en el prólogo hace notar que después de haber comentado las tres partes de la Summa , no la hubiera puesto por escrito, si no le hubiera sido encomendada dicha tarea por santa obediencia en las personas de los sucesivos Maestros Generales, así como la exhortación y consejo de otros religiosos y el ejemplo de sus condiscípulos, refiriéndose claramente a la labor emprendida por Medina. Reconoce el aplauso y reconocimiento que le ha traído afrontar esta tarea, especialmente de sus discípulos, lo que le confirmó en la necesidad de publicar dichos comentarios, que él denomina como Scholastica commentaria , título ya suficiente- mente elocuente . A diferencia de Medina, comienza por publicar la Prima pars , lo que era lógico puesto que ésta no había sido editada por Medina, amén de que él sí había explicado toda la obra de Santo Tomás. Podemos intuir que este detalle es una evidencia más de la existen- cia de un plan bien delineado y que exigía continuidad e, incluso, celeridad, lo que se pone de manifiesto en el hecho de que, en 1582, recibe oficialmente el encargo y, en dos años, la obra está ya impresa. No cabe duda que Báñez contaba con una cualificación muy singular, así como el hecho de haber explicado y comentado ya toda la Summa , lo que le facilitaba enormemente el elaborar ahora su comentario. Esto se confirma por el hecho de que, tan solo unos meses más tarde, publica los comentarios a la II a -II ae , concretamente a las cuestiones 1-46, que corresponden a los tratados de Fide, Spe et Charitate. Así, con gran premura, el comentario de los maestros de San Esteban a la obra de santo Tomás, quedaba casi completo. Cuatro años más tarde, en 1588, salen de las prensas salmantinas las cuestiones que faltaban del comentario a la Prima pars (qq. 65 16 Cf. D. Báñez, Scholastica Commentaria in Primam Partem Summae Theo- logiae S. Thomae Aquinatis , S. Stephanum Ordinis Praedicatorum, Salmanticae 1585, 4-7.

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