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LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA Y EL CONTROL DE LA TEOLOGÍA... 63 el predominio de la especulación racional. Báñez era un hombre con una sólida formación teológica, pero que ya no la utilizará como herramienta de trabajo, sino entendiéndola fundamentalmente como un instrumento de confrontación. Un medio adecuado y opor- tuno para responder a las formulaciones teológicas y exegéticas propuestas desde la Reforma. Nuevamente, en su caso, la estrategia para entrar como profe- sor en la Universidad de Salamanca será la cátedra de Durando, en la que sucederá a Medina en 1577, teniendo como oponente a Pedro de Uceda. Aunque también en esta ocasión los Dominicos saldrán vencedores de la oposición. Ya se comienza a notar un cambio en la dirección de los acontecimientos que no los presentará como la única posibilidad viable. A la muerte de Medina, en 1580, Báñez oposita a la cátedra de Prima. En esta ocasión el adversario es Juan de Guevara, agustino y catedrático de Vísperas. En febrero de 1581, después de una fuerte pugna, logra la cátedra el dominico perma- neciendo en ella hasta su jubilación en 1600. El maestro Báñez, al permanecer casi veinte años en la cátedra abría una bocanada de aire para los dominicos en su lugar de referencia intelectual funda- mental, al tiempo que daba estabilidad a la cátedra teológica más importante del Estudio. Con gran acierto, el dominico mantendrá una intensa producción teológica que trazará el puente definitivo del tomismo de corte dominicano, que se prolongará hasta bien entrado el siglo XX . En el campo intelectual y académico, Báñez ocupó un papel de primer orden en las disputas De Auxiliis , defendiendo la postura de su Orden contra los jesuitas, así como en diversas cuestiones de la vida universitaria, de las que interesa resaltar el pleito que comienza en 1581 entre la Universidad y el Colegio de la Compañía de Jesús, respecto a las lecturas públicas en el Colegio para alum- nos de la Universidad, coincidiendo en el horario de las cátedras y que se prolongará durante diecisiete años. El conflicto radicaba en la pérdida del nivel de audiencia en las aulas universitarias y, cuando el Alma Máter toma cartas en el asunto, los jesuitas no renuncian a sus pretensiones, sino que incluso buscarán el apoyo de los estudiantes. Al final, los dominicos lograrán unas cátedras de partido propias en el Estudio, para encontrar un espacio seguro en el que poder seguir manteniendo su pensamiento. En 1582, cuando Domingo Báñez ya está bien asentado en la cátedra, sus superiores le encomiendan la tarea emprendida años antes por Bartolomé de Medina y que había quedado inconclusa: publicar un comentario completo a la obra del Aquinate. También

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