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los pueblos. El Gobernador, asustado ante tal afirmación en aquel momento de feroz absolutismo, recurrirá al Cabildo eclesiástico, con la intención de frenar aquellas ideas y dar una explicación lógica al hecho. El Presidente del Cabildo le responderá en los siguientes términos: «… en la Universidad se han enseñado las mismas doctrinas, y aún otras mucho más eversivas de la potestad de los reyes, como era que las leyes reciben su fuerza, no de la autoridad de los reyes, sino de la aceptación de los pueblos… » 100 . En el marco americano, fue frecuente que se explicara la Guerra de Independencia como un conflicto entre los dominadores españoles y los americanos dominados, donde el criollismo ocupa un papel relevante. Pero la Independencia fue también vista como un movimiento fundamentalmente elitista, en el que el poder que antes se encontraba en manos de los espa- ñoles será luego asumido por los criollos, sustentándose sobre las fórmulas del Antiguo Régimen que seguían existiendo en las nuevas repúblicas. Ejemplo claro de esta manera de argumentar es el caso del filósofo Eduardo Nicol, asentado en México, que niega categóricamente que las ideas filosófico-teológicas hispánicas hayan influido sensiblemente en los sucesos políticos de la independencia americana. Considera que se trata de una deducción o progreso lógico de los países americanos en la evo- lución política hacia su madurez. Con gran acierto, señala también que el ethos de la independencia provocó una reacción contra el escolasticismo reinante y buscó otro puntal de pensamiento que le fuera más acorde a la formación de la conciencia nacional 101 . Pero el rechazo común del esco- lasticismo, que no será algo propio de las nacientes repúblicas, no impe- día que el pensamiento salvable de las mismas fuera utilizado a partir de nuevos conceptos y discursos. De esta manera, si en un momento aparecía como modelo básico el liberalismo político, preconizado por la Revolución Francesa y que tenía un triunfo previo en la organización de la gran República de los Estados Unidos, parece que, en el presente momento, se acepta sin grandes difi- cultades, el influjo del populismo español, cuya sistemática más perfecta formuló Francisco Suárez, pero en la que no podemos descuidar también las instituciones sociales medievales castellanas y el pensamiento de Fran- 44 Miguel Anxo Pena González 100 Tomado de: O. C. Stoetzer, El pensamiento político en la América española…, 76. 101 «No hubo una ideología de Independencia anterior al hecho de la misma, es decir, una doctrina que propugnase tan sólo el ideal de Independencia. La que llamamos ideología de la Independencia tuvo que producirse después del hecho consumado, y tuvo por misión formar en cada pueblo simultáneamente la idea y la calidad de un carácter propio, autóctono y distintivo». E. Nicol, El problema de la filosofía hispánica, Madrid 1961, 38.

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