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Si esta primera argumentación aparece con gran fuerza, no es menos significativa la interpretación de la Conquista, que resurge a partir de las claves ilustradas. Así, después de tres siglos de dominio hispánico, se comienza a hablar de época colonial 90 . Es cierto que este término no fue casi nunca utilizado a nivel oficial, donde se continuaba recurriendo a la terminología clásica de «reinos y provincias», pero comienza a utilizarse de manera normal en la prensa, en los libros y en la correspondencia priva- da de muchos funcionarios 91 . Era un claro anuncio de una nueva com- prensión, aunque desde la tradición jurídica castellana no había cabida para dicha terminología, ya que se tenía conciencia de que allende los mares se encontraban provincias y reinos de Ultramar, cuyos naturales eran, además, vasallos del Rey Católico y, por lo mismo, sujetos de dere- chos y deberes. Como prueba evidente de esta comprensión se encontra- ban, por ejemplo, las recopilaciones de Las Leyes de Indias 92 . Respecto a esta cuestión François-Xavier Guerra afirmaba recientemente: «El discurso legitimador podía adoptar el lenguaje de la neoescolástica española, el del derecho natural o el de la revolucionaria soberanía del pue- blo, pero todos remitían más profundamente al imaginario y a las prácticas —pactistas— que regían las relaciones entre el rey y sus vasallos, ya fuesen individuos o cuerpos» 93 . En este sentido, el imaginario tradicional común en los entornos ame- ricanos era el mismo que había estado presente en la Península, donde se planteaba la defensa del Rey, de la religión, de las leyes fundamentales del reino, así como la afirmación de la indisolubilidad de la nación y la igualdad política entre los dos continentes 94 . Los hechos obligan a reinter- Confluencias teóricas y prácticas heterogéneas … 41 90 En este sentido, no es que desconozcamos la historiografía que prefiere hablar de colo- nialismo español, sino que no estamos muy de acuerdo con las mismas, considerando que es un término totalmente dependiente de la Leyenda negra, y con unas connotaciones eminentemente económicas. Acerca de este tema, puede resultar de interés la síntesis del profesor de la Complu- tense, cf. R. Dobado González, Algunas consideraciones sobre el colonialismo español en América: El coste económico de la Independencia de México, in: I. Álvarez Cuartero-J. Sánchez Gómez, Visiones y revisiones de la Independencia americana. III Coloquio Internacional de Historia de América «La Independencia de América» . Salamanca, noviembre de 2001 , Salamanca, Ediciones Uni- versidad de Salamanca, 2003, 21-47. 91 Cf. F.-X. Guerra, Modernidad e independencias…, 82. 92 El historiador argentino R. Levene afirma que el libro VI de la Recopilación de las mis- mas es una gloria jurídica de España, pues, al proclamar la igualdad de razas entre españoles e indígenas, estableció una innovación radical, que sólo tres siglos más tarde hallaría una aceptación en las leyes de los demás países civilizados. Cf. J. M. Font, Derecho, in: J. Tudela (ed.), El legado de España en América, t. I, Madrid 1954, 353. 93 F.-X. Guerra, La ruptura originaria: mutaciones, debates y mitos de la Independencia, in: Visiones y revisiones de la independencia americana … , 95. 94 Lo que hasta aquel momento eran problemas diversos y particulares, son vistos ahora desde una clave social común americana, la confluencia en una preocupación común y casi única;

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