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No cabe duda que la transformación operada en la América hispana en un plazo de tiempo muy corto es grandísima. Afecta tanto a la argu- mentación teórica como a los hechos prácticos que tendrán lugar, por lo que parece indispensable partir de una breve reflexión introductoria que nos distancie lo más posible de lecturas teleológicas. Efectivamente, hoy en día ya no es acertado que, a partir de unos resultados finales concretos, intentemos hacer encajar perfectamente todas las piezas y etapas anteriores de un proceso. La coherencia y sintonía perfecta en relación a las indepen- dencias americanas y la actitud de los insurgentes no parece coincidir con los hechos que acaecieron y cómo se desarrollaron originariamente. Se impone, por tanto, la necesidad de entrar en la dinámica interna que puede no resultar tan lógica y loable como presupone una lectura teleológica determinada. Es más, podríamos reconocer que resulta incohe- rente y privada de toda lógica interna. Pero, al mismo tiempo, hemos de evidenciar que esto es bastante razonable, pues los acontecimientos se desplegarán a una gran velocidad, al tiempo que hemos de reconocer que se produce en ellos mismos un cambio de signo radical. Incluso con una evidente peculiaridad: se siguen utilizando ámbitos semánticos y lenguajes comunes para cuestiones claramente diversas a las que se entendían o estaban haciendo referencia tradicionalmente. Es una de la cuestiones que queremos poner en evidencia en nuestro ensayo 4 . En razón de esto, y para poder precisar todos los cambios que se producen en este momento parece conveniente conocer el antes y el des- pués de este proceso; pero, al mismo tiempo, analizar los hechos concre- tos, tal y como tienen lugar en su momento, más allá de lo que serán lecturas e interpretaciones posteriores. Convertir el proceso que tiene lugar entre 1808 y 1810 en el vértice de la investigación histórica. Y, precisa- mente en este entorno, podemos constatar cómo, gran número de los acontecimientos religiosos que se suceden en aquel momento, responden a la pugna entre un tradicionalismo, proveniente de la Monarquía y del entorno peninsular y, al mismo tiempo, un liberalismo o búsqueda de modernidad, derivado de las élites de las nacientes Repúblicas o nuevos Confluencias teóricas y prácticas heterogéneas … 13 corrientes historiográficas, lo que enriquece abiertamente su discurso. Acerca de este particular, cf. R. Breña, Pretensiones y límites de la historia. La historiografía contemporánea y las revoluciones hispánicas, in: Prismas 13, 2009, 283-294. 4 Este tipo de cuestiones nos lleva a constatar la necesidad de recorrer los argumentos clá- sicos que estaban presentes en los distintos grupos que ahora entrarán en confrontación. Socieda- des que responden al esquema clásico del Antiguo Régimen, donde se había producido un serio cultivo del pensamiento, que pronto derivará en una múltiple expresión de ideas y formas posi- bles. Esto se ve, v. gr. cuando se hace referencia a la Monarquía que, lejos de ser vista como una realidad absolutista y unilateral, permite y genera una comprensión manifiestamente plural, que no coincide con la idea que transmitían las expresiones de los Borbones.
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