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mo practicada por los jesuitas, sino que se había preocupado de escribir la historia de estos sistemas morales, para poder atacarlos con más ahínco, lo que le había servido también para mostrar su fidelidad en un momento especialmente adecuado y oportuno para recuperar un papel preponderan- te, tanto en las Universidades como en los entornos cortesanos e influyen- tes. Por lo mismo, el tratado de este dominico se propondría no sólo como libro de texto, sino que serviría también como guía y regla para los sucesi- vos expurgos que se llevarán a cabo en este momento 83 . En esta misma línea de acontecimientos, en 1794, Carlos IV promulga una R. O. por medio de la cual suprimía las cátedras de derecho natural, por considerar que éstas alentaban discusiones que podían resultar políti- camente peligrosas y que, en definitiva, se vinculaban con las interpreta- ciones clásicas castellanas del pactismo, al tiempo que lo hacían también con las del contexto reformado e, incluso, con la visión de un nuevo orden propugnado por la Revolución Francesa. Por lo que acabamos de afirmar, se puede colegir que no se tratará, en este momento, de un estudio serio y preocupado por la ciencia teoló- gica y jurídica, puesto que ya era evidente que no interesaba mucho ni a los colegiales ni al Estado, ya que este último prefería una formación orien- tada hacia la reafirmación de las grandes verdades. Por lo mismo, algunos autores reconfigurarán también sus tratados en base a la doctrina segura, para poder seguir ocupando un puesto significativo en el entramado social. A partir de este momento, en relación a diversos temas concretos, como puede ser el del argumento de autoridad, se trasparenta fuertemente la ten- dencia regalista, donde se comienzan a proponer autores hispánicos pertene- cientes a la Escuela de Salamanca, pero todos ellos con una clara dependencia o vinculación con los intereses de la Monarquía. Es el caso, por ejemplo, de los teólogos Melchor Cano y Domingo Báñez o de los juris- tas Diego de Covarrubias, Juan Solórzano Pereyra, Palacios Rubio o el mismo Gregorio López. Estos nombres, como aquellos que podríamos considerar como más sobresalientes, representan además un tipo de institucionalización teológica y jurídica, con una fuerte repercusión en las instituciones políticas. La relación entre teología y política, en las aulas universitarias, tendrá también su referencia a temas tan importantes como el del tiranicidio, al que ya nos hemos referido 84 . Ahora se producirá una sustitución formal 38 Miguel Anxo Pena González 83 Parece que no se han tenido suficientemente en cuenta los expurgos llevados a cabo en este momento, y que nada tienen que ver con los de épocas anteriores, incluso individuando diver- sas maneras de proceder en los mismos. 84 No se puede además olvidar que éste era precisamente uno de los argumentos para justi- ficar la expulsión de los jesuitas.

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