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con autoridades y escritos concretos, elemento necesario para conocer el orden social de la época. Pero no nos engañemos, en un caso como el de la configuración de un pensamiento social liberal, con expresiones que superan el marco religioso, no se recurrirá exclusivamente a la ciencia teo- lógica, sino que ocupará también un papel significativo el aspecto moral, catequético y penitencial, contexto privilegiado para penetrar en las con- ciencias personales y en los entornos de la urdimbre afectiva de la socie- dad y sus gentes. Los periódicos y sermonarios, en este sentido, fueron dos canales oportunos para la penetración de las ideas. Al mismo tiempo, los cabildos, como Órganos consultivos de los virreyes, eran también un hervidero de la expresión popular. Los dos niveles sociales vinculados al criollismo: las clases formadas en los marcos académicos hispanoamericanos donde las doctrinas populis- tas seguían siendo un referente, unidos al resto del pueblo sumamente religioso y abiertamente dirigido por el clero, se oponían a las actitudes ateas y escépticas de las autoridades españolas. Por lo mismo, el clero no hace apología de la Revolución francesa, sino que la utiliza cuando puede ser de interés, igual que lo hará con el tiranicidio. Así ocurre en Colom- bia, ejemplo de ello es el agustino Diego Francisco de Padilla o en Méxi- co, Manuel Abad y Queipo, deán de Michoacán o el arzobispo de Charcas, Benito Mª. Moxó. Las palabras de este último en su —Carta a los america- nos—, del 18 de septiembre de 1815, camino del destierro resultan espe- cialmente elocuentes: «Apenas puse el pie en América, mi segunda dulce patria, la experien- cia me hizo luego conocer, que esta hermosa porción del globo sufría gran- des y acerbos males. Entonces en su defensa escribí las Cartas mexicanas . El amor y celo por los intereses de la América me sobrepusieron a todas las consideraciones de la carne y de la sangre en una época en que a causa de las intrigas y colosal poder del privado Godoy temblaba de continuo toda la Monarquía con las desoladoras ondulaciones de la arbitrariedad» 72 . Pero, qué se enseña en las cátedras teológicas y de derecho, cuáles son los contenidos a los que se muestra mayor atención a la hora de refor- mar los Planes de estudio y qué autores interesa al regalismo que sean tenidos en cuenta. Carlos III, en este sentido, por pragmática sanción del 23 de mayo de 1767 prohibió enseñar —aún con título de probabilidad— la doctrina del regicidio y tiranicidio de Francisco Suárez. Formalmente sustituye el probabilismo jesuítico por un fuerte rigorismo, en el que los eternos competidores de estos últimos ocuparían un papel preponderante, Confluencias teóricas y prácticas heterogéneas … 33 72 Tomado de: R. Varga Ugarte, Don Benito Ma. Moxó y Francolí, Buenos Aires 1931, XXI.

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