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Ometeca •XIII • 31 categórica, por todos los grandes teólogos católicos. Por eso fueron también ellos los más ardorosos debeladores del absolutismo, como es no sólo en los escritos de santo Tomás y Cayetano, sino sobretodo en los pensadores jesuitas, como Mariana, Belarmino y Suárez, aunque no ha faltado entre nosotros quien haya considerado a éste último como la encamación del absolutismo." 11 Al mismo tiempo, están presentes dos grupos sociales e ideológicos, que responden de manera diversa al acontecimiento revolucionario. El primero de ellos es el despoNsmo ilustrado, que tenía en Bossuet una de sus fuentes de inspiración más genuinas, aun teniendo en cuenta que dicho autor no es ilustrado, y que proponía la secularización del derecho divino de los reyes. Su dicho clásico: "Oh, reyes, sois como dioses," pronunciado ante Luis XIV, se había convertido en un paradigma. De esta manera, la sociedad quedaba dividida en grandes bloques antagónicos, en los que los peninsulares especialmente tenían oportunidades de medrar en la estructura jerárquica y eclesiástica del Estado y, los criollos, como el gran bloque social indiano, relegado a un segundo plano. Al mismo tiempo, las pragmáticas de Carlos Ill, lejos de facilitar la situación, la hacían todavía más tensa. De manera particular hemos de considerar cómo los decretos antijesuíticos del soberano -a inspiración de Aranda y Campomanes-, generarán en el pueblo hispanoamericano un hondo y sentido malestar. Dichas pragmáticas, serán además apoyadas por la Inquisición, defendiendo una monarquía de derecho divino, lo que refrendarán también los Concilios de México, Lima, Santafé y Charcas (1778-1781). Estos Concilios muestras cómo, aunque la Compañía de Jesús había sido ya expulsada, seguía usándose como argumento para la consecución de todo aquello que pretendían los regalistas 12 . El segundo elemento es el del absolutismo, pL~estc qLiC a~mquc se scguír. 111osi:raúJv veneración hacia la figura del Monarca, por aquellos que vivían en las 11 G. FURLONG, la Santa Sede y la <!111ancipaciú11 Hispunuw11ericana, Buenos Aires, Ed. Theoria, 1957 , 18. 12 Con todo, es preciso mostrar cómo el IV Concilo de México que, tradicionalmente ha sido considerado como una abierta maniobra antijesuítica, sólo lo l'uc accidentalmente, aprovechándose de un momento oportuno una vez éste estaba ya reunido. Puede ser significativo recordar que el mismo obispo Lorenzana, aunténtico artífice de dicho Concilio, consideraba que para llevar adelante la canonización del obispo Palafox era preciso suprimir a la Compañía de Jesús. Se trataba, por tanto, de una opinión abiertamente oportunista ante la realidad. Cf. M. L. ZAHINO PEÑAFORT, El cardenal Lorenzana y el f V Concilio Provincial Mexicano, México, Miguel Ángel Porrúa, 1999.

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