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Ometeca ·XIII • 49 ello será el mismo Simón Bolívar, que en la Constitución boliviana, llega a una gran similitud con el ideal político de Suárez. De esta manera, parece que las independencias habían sido asimiladas desde las enseñanzas, que el pensamiento hispánico había elaborado en aquellas distantes épocas evocadoras. Así lo han entendido los historiadores Constantino Bayle 4 6, en España o, Caracciolo Parra, en tierras venezolanas. Las palabras de éste último, por estar escritas, desde aquel lado del mar resultan evocadoras: "Cuando tales cosas comprobamos, no podemos menos de proclamar una evolución lenta, progresiva, nacionalista, firme, en la instrucción pública caraqueña, iniciada desde los propios años en que se plantó junto al Ávila el pendón de Castilla." 47 Se puede entender que una enseñanza corno la impartida por España en Indias, llevaba en sí los gérmenes más eficaces para romper con la Madre Patria, el día en que ésta no comprendiera los intereses oligárquicos, adornados de legítimas aspiraciones, por parte de sus hij as que entraban en su mayoría de edad ciudadana. Así, lo que podía haber sido un proceso lógico de desarrollo, se convirtió en una dolorosa y cruenta ruptura, de la que es posible que no nos hallamos recuperado todavía. Pero quizás el detalle que nos resulte más sugerente es el hecho de que los mismos emancipadores se consideren los auténticos 46 Constantino Bayle, además, mostraba la radical diferencia entre la conquisla hispana y la inglesa. Refiriéndose a ésta última y su desarrollo en Virginia, recoge unas palabras de su gobernador en ! 670: "Doy gr:icias ü. Dios Je que n0 haya escuelas públicas, y conflo no las ha de haber lo menos en cien afios: porque del saber han nacido en el mundo la desobediencia, la herejía, las sectas.'' C. BAYLE, EspaFia y la educ:ociún en América, Madrid, Editora Nacional, 1941, 2 ed., 27-28. Algo parecido había atinnado también, un siglo antes, Quevedo: "De su espada, no de su libro. dicen los reyes que tienen sus dominios; los ejércitos, no las universidades, ganan y defienden; victorias, y no disputas, los hacen grandes y formidables. La batallas dan reinos y coronas; las letras, grados y borlas. En empezando una república a señalar premios a las letras, se ruega con las dignidades a los ociosos, se honra la astucia, se autoriza la malignidad y se premia la negociación, y es fuerza que dependa el victorioso del graduado, y el val iente del doctor, y la espada de la pluma. En la ignorancia del pueblo está seguro el dominio de los príncipes; el estudio que los advierte los amotina.'' F. QUEVEDO YVtLLEGAS, ·'La fortuna con seso y la hora de todos," en ID., Obras Completas. l. Obras en prosa. Madrid, Aguilar, 1969, 258. 47 C. PARRA LEÓN, La instrucción pública en Caracas: 1567-1725, Caracas, s. n., 1932, 36.

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