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Ometeca ·XIII· 41 anteriores; lo que se hará respondiendo a ese criterio de absolutismo ilustrado. Era lógico que los regalistas atacaran fuertemente el probabilismo moral, puesto que sus defensores y propagadores más convencidos habían sido los jesuitas, que lo habían convertido en doctrina oficial de su Orden. En este sentido, en cuanto al pensamiento socio-político, lo que interesaba era dejar de lado especialmente las doctrinas de Francisco Suárez y Juan de Mariana, que tenían un sustrato fuertemente democrático. Se trataba especialmente de la Defensio Fidei, del primero, y De Rege et Regís lnstitutione, del segundo. Al mismo tiempo, los tratados de Iustitia et Jure estaban ampliamente difundidos por todo el mundo y, por lo mismo , también en todas las ciudades americanas, donde se presentaba aquel pensamiento propio salmantino en toda su riqueza y diversidad. Es importante resaltar este detalle,' puesto que nos permite vislumbrar que , aunque el cerco de control, cada vez se hacía más estrecho y violento, quedaba siempre la puerta de una elite intelectual que no descuidaba las posibilidades que tenía a su alcance. Pero, la realidad práctica será que aquellos que habían sido educados por los jesuitas en Colegios, Seminarios y Universidades, son los que ahora imparten la docencia, manteniendo la continuidad de pensamiento. Así lo refería al soberano el obispo de Tucumán, afirmando que aunque éstos ya no estaban para extraviar a las gentes, en su lugar quedaba el jesuitismo 32 . Por este motivo, y con el fin de clarificar las diversas tendencias, sería necesario reconstruir listas de Maestros que, a través de sus lecturas universitarias - en la mayoría de los casos manuscritas– sobre la justicia y el derecho, fueron configurando, después del momento del humanismo utópico en Indias, un pensamiento que se fue transmitiendo a lo iargo del siglo XVii y XVlii. En una de sus obras clásicas Carlos Stoetzer afirmaba: "La influencia de Suárez fue tan grande en algunos casos que, por ejemplo, la Universidad de Córdoba, en 1730, decidió que las doctrinas suarecianas fueran enseñadas con exclusión de cualquier otra. Sin embargo, su ascendencia no prevaleció durante todas las épocas en la América española, ya que también fue combatido en nombre del 32 Cf. F. J. BRA YO, Colección de documentos relativos a la expulsión de losjesuifa,,· de la República Argentina y del Paraguay, en el reinado de Carlos 111, Madrid, J. M. Pérez, 1872, l51.

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