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Miguel Anxo Pena González 73 ISSN 1540 5877 eHumanista 29 (2015): 72-91 eminentemente destacadas como es el caso de Erasmo o, más cercanos a nosotros, Juan Luis Vives (González González y Gutiérrez Rodríguez; Moreno Gallego). Estas breves referencias no tienen como finalidad ahondar en un tema de debate tan complejo. Nuestra intención es mostrar, en las primeras décadas del siglo XVI, en el contexto de los reinos de Castilla y Aragón, la presencia de un pensamiento vivo, que tenía una fuerte relación y dependencia respecto al Humanismo y, al mismo tiempo, a la Teología; un pensamiento que se sustentaba en los grandes centros universitarios del momento, particularmente representados por Salamanca y Alcalá. En una primera lectu- ra pudiera dar la impresión de que ambos principios son opuestos en la precomprensión clásica que veía la Teología vinculada exclusivamente a los clásicos, pero no se puede olvidar cómo la Teología renovada en estas décadas supuso un punto singular, respecto a un pasado y a lo que será luego un futuro, ofreciendo unos resultados ricos y vivos que contrastan con lo que tradicionalmente se viene repitiendo. 1. Una comprensión peculiar del Humanismo La visión tradicional que ha mantenido la rivalidad irreconciliable entre huma- nistas y escolásticos, aun siendo veraz, necesita ser matizada a partir de algunos princi- pios fundamentales de su momento histórico. En este mismo orden de cosas, ni siquiera los profesores universitarios, como representación más visible de la escolástica, respon- derán tan fidedignamente al modelo tradicionalmente propuesto. No cabe duda de que los escolásticos y los maestros universitarios estaban marcadamente determinados por una concepción propia, y casi podríamos decir fija, del saber y los instrumentos utiliza- dos para el mismo. El Humanismo no puede ser sólo entendido como comentario o mirada perma- nente de los clásicos –ya fueran griegos, latinos o cristianos–, o como exclusiva relación con ellos; supone una comprensión más amplia, donde tendrán cabida y expresión di- versos proyectos. La peculiaridad de los mismos estriba en estar siempre cargados de un espíritu crítico, buscando la verdad en sus múltiples formas y expresiones, en ser refe- rencia directa al Humanismo, a una mirada al hombre como algo pleno; no simplemente como referencia a una preocupación teórica e intelectual, sino también a una viva con- creción práctica. A sus preocupaciones y realidades cotidianas. Si tradicionalmente se ha venido considerando que el Humanismo ha tenido una viva expresión filológica, con- juntamente con múltiples expresiones artísticas, no parece que esté fuera de lugar tam- bién observar su relación e influencia directa sobre métodos tradicionales de enseñanza, como el nominalismo, que estarán muy vivos en este momento y aportarán resultados concretos al pensamiento y a la cultura de ese contexto histórico (Pena González 2009a: 15-20; Muñoz Delgado 1964 y 1978). El historiador de la Teología Evangelista Vilanova, lo presentaba de una manera sintética magistral: [...] El humanismo supera la etapa de lo puramente literario y llega al nervio de lo ideológico, a los problemas del hombre, respecto a los cuales en Castilla hallará plena realización el humanismo cristiano de Vitoria, Soto, Juan de Me- dina, Melchor Cano —expresado en un latín escolástico— y el de los grandes místicos. Las circunstancias determinaron una temática, a la que respondieron con intentos de valor desigual, a veces con apasionamiento polémico no del to- do oportuno: defensa de la libertad del hombre frente a la doctrina luterana; conciliación misteriosa de gracia y libertad; defensa de los derechos humanos, que son iguales en todos los hombres, indios o españoles; estudio detallado de los contratos, de los problemas del dinero y del comercio; humanización de los

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