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Miguel Anxo Pena González 72 ISSN 1540 5877 eHumanista 29 (2015): 72-91 Otra forma de Humanismo: la preocupación por el hombre Miguel Anxo Pena González (Universidad Pontificia de Salamanca) Al hablar del Humanismo en el contexto peninsular siempre me ha resultado desafortunada la mirada, 1 que se ha hecho casi común, particularmente promovida por figuras de la talla del profesor Gil Fernández, cuando sostenía que en la Península Ibéri- ca no había existido Humanismo, si se exceptuaba el trabajo de las dos políglotas –la de Alcalá y la Regia–. 2 El proyecto de Cisneros, del cual estamos celebrando ahora su V Centenario, parece contar ya con cierto reconocimiento social, pero sigue resultando difícil mostrar la singularidad de una obra que se imprimía en 1514, y que por diversas dificultades no comenzará a venderse –por ende a conocerse–, hasta ocho años des- pués. 3 Un proyecto como el de la Políglota Complutense , era una clara muestra de sen- sibilidad y apertura a ese mundo que estaba cambiando. No se trataba simplemente de la edición de una obra, sino de poner en manos de las universidades una nueva herramien- ta para la investigación, capaz de ofrecer respuestas y plantear interrogantes que ayuda- sen a los maestros en su tarea. Para ello, como se sabe, era necesario contar con un gru- po de eruditos capaces de llevar adelante el proyecto en medio de múltiples dificultades y en un lugar adecuado a tal efecto. Éste tendrá su sede en el Colegio-Universidad fun- dado por el cardenal Cisneros. Era, de alguna manera, la superación de intereses de cor- te erudito-particular con vistas a un bien común y más alto: la culminación de una obra científica al servicio del saber y los maestros de su tiempo. Posiblemente para alcanzar la culminación de dicho proyecto era necesario contar con una figura política y polifacé- tica como será la del Cardenal Cisneros (García Oro. I-II). El Humanismo que, hasta ese momento, había ido elaborando y presentando di- versos proyectos en el contexto europeo, no se había concretado en ninguno de tal en- vergadura, que supusiese una colaboración tan significativa de especialistas con un marcado perfil de interdisciplinariedad. 4 Por lo mismo, no parece muy aventurado afir- mar que la Biblia de Cisneros es un testimonio fidedigno de otra manera de concebir y afrontar también el Humanismo a comienzos del siglo XVI. Incluso, cuando surjan difi- cultades, ante figuras tan relevantes como la de Antonio de Nebrija, terminará por im- ponerse la razón. Así sucede con su Apologia (Pastor) . Por otra parte, el proyecto de la Biblia no será una realidad única y aislada; nos encontramos también con las grandes ediciones de las Opera de los Santos Padres, que tendrán una relación con la Península Ibérica, aunque serán proyectos de mayor universalidad, en los que colaborarán figuras 1 El presente trabajo ha sido realizado en el marco del Proyecto de Investigación del Ministerio de Eco- nomía y Competitividad: «Las Universidades Hispánicas (siglos XV-XIX): España, Portugal, Italia y México. Historia, saberes e imagen», con la referencia HAR2012-30663. 2 ―El humanista, en su versión española, ha de disimular las equivocaciones en lo tocante a la letra de las autoridades tradicionales, dejando en suspenso su juicio crítico […] encontramos una tajante división de cometidos entre el humanista y el teólogo que presupone una clara jerarquización de funciones y que- haceres. Al teólogo le correspondía interpretar el sentido de los libros sacros, al humanista la letra; al uno establecer autoritariamente criterios interpretativos y al otro acatarlos con sumisión‖ (Gil Fernández 1984, 61). Véase también Gil Fernández 1967 y 1979 2 ). 3 Con todo, sí hay que tener presente que los intelectuales de ese momento tenían plena conciencia del valor de dicha obra y de lo que podía llegar a suponer, incluso fuera de la Península Ibérica. 4 Suponía el paso de proyectos con un marcado carácter personal, que remitía a una tarea científica, a las primeras aportaciones hacia proyectos de corte grupal, y con un carácter interdisciplinar. En este sentido, se ha de tener en cuenta que no eran simples filólogos o buenos conocedores de las lenguas antiguas, sino que tenían formaciones diversas y singulares en su época.
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