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516 MIGUEL-ANXO PENA GONZÁLEZ Que el Papa lo consiente. Ni el Papa, ni ningún otro miembro de la Iglesia, quiere que los que entran en ella, lo hagan de manera violenta. La barbarie, apa rece frecuentemente camuflada bajo aparente piedad, al tiempo que lo confirma el hecho de qcie los abusos aumentan de día en día. Formalmente, sólo el pontí fice puede castigar con pena de esclavitud, ya que “todos los católicos somos libres”98. Concluye mirando para el rey nuevamente, por la falta de vasallaje de sus oficiales, ya que el abuso de las leyes civiles y eclesiásticas se actúa “con inju ria de los legisladores de ellas”99, de lo cual el soberano es el último responsa ble. d. El matrimonio Entra ahora en un aspecto mucho más concreto, perteneciente a la casuísti ca moral, el acceso libre al matrimonio, ya que a los bozales se les impide casar se, incitándoles así a la promiscuidad, a comportarse como bestias, de lo que los amos también obtienen unos beneficios y, en segundo lugar, se les separa, con traviniendo todas las normas de la Iglesia. Los amos no se contentan únicamente con tenerles sometidos, hacerles tra bajar brutalmente y obligarles a un sinfín de calamidades, sino que llegan a abu sar sexualmente de ellos, por lo que muchos optan por el suicidio. En este sen tido, como la moral no es capaz de poner freno a los desmanes, propone ahora dos panorámicas de confornación: 1. El privilegio del emperador Carlos y, según el cual sólo pueden ser reducidos a esclavitud los sarracenos’°°; 2. El respeto que se debe también a los negros esclavos en razón del derecho natural y eclesiásti co101. e. Injusticias y restitttción Considera que todos los negocios que tienen su origen en la trata, son hur tos, ya que “no debe uno enriquecerse con injuria o detrimento de otro”t02, mos trando nuevamente la igualdad entre negros y blancos. Por otra parte, considera que los comerciantes y los amos de esclavos extraen leyes de perversas costum bres, por lo que son movidos únicamente por la avaricia. Vuelve sobre un argu mento ya apuntado, pero que ahora considera que se muestra más evidente: el abuso hacia la persona y el sacrilegio contra el bautismo, lo que concreta en una 98 Resolución ti, 23. 99 Ibid. 100 Cfr. Ibid., II, 14. 101 Cfr. Ibid., II, 15. 102 In viS. 13. 48.

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