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514 MIGUEL-ANXO PENA GONZÁLEZ sas [que] le instaron no hiciese tal diligencia, por el grande menoscabo y pérdi da que de ello en sus negros y heredades dilatadas se les seguiría”85. Por otra parte, el argumento se complica cuando aquellos que son esclavi zados son hijos de la Iglesia, como ocurre en el presente caso. Ya que, están negando los derechos elementales de un cristiano: “Si los tales pues armados de traza y fuerza, sujetando a perpetua esclavitud a tanta multitud de ovejas de Jesucristo, so capa de paz y de virtud, por este lado dan fuego y abrasan la liber tad natural y eclesiástica, infiéralo el ajustado sin violencia”86. b. Lct libertad: condición del cristiano La libertad desde la condición de bautizado no supone únicamente un “hacer libremente”, sino que, muy al contrario, implica una dirección y actitud específica: la devolución de la libertad para ser verdaderos hijos de Dios y de su Iglesia. El primer argumento lo basa en el derecho romano, donde con toda clari dad se afirma que “el hijo sigue al vientre”87, máxima que extrapola al ámbito eclesial: los cristianos por ser hijos de la Iglesia, que es libre, son todos igual mente libres, por lo que “hallándonos en sus pechos de cuya real sangre somos sustentados habemos de ser todos sus hijos libres, y de toda vileza de esclavitud exentos”88. Así, entre libertad y filiación se da una unión indisoluble, y para que una exista ha de estar presente también la otra. Aunque reconoce que en el pasa do también en la Iglesia hubo esclavos, recuerda que “con tal blandura tratados, que sólo en el nombre se diferenciaban de los demás hijos y hermanos”89. Por otra parte, refiere el cambio operado en sus vidas, puesto que eran aceptados corno cualquier otro discípulo. En este sentido, el hecho de que los africanos no pongan ningún tipo de dificultad para recibir la fe católica, debe ser tenido en cuenta como un elemento más para su liberación. La caridad con los siervos no es sólo obra de la piedad cristiana, sino que la sitúa en un contexto mucho más amplio: “donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad” (2 Cor 3,17)90. El texto lleva implícito una fuerte carga moral, por la que se está emitiendo un juicio ante la manera de proceder de los amos. Por otra parte, reducir a servidumbre, incumpliendo las normas propuestas por $5 Ibid., u, 7. Su argumento no está carente de lógica, ya que si se ponían problemas a la esclavitud de los negros, automáticamente quedaba paralizada la cadena productiva, en la que también los jesuitas tenían ingentes intereses. 86 Ibid. 87 Cfr. D 1.5.5.3. 88 Resolución u, 7. $9 Ibid. 90 Ibid., it, 11.
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