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san juan de ávila y la vida religiosa : persona y tiempo 31 Iglesia. Los autores comienzan a responder a las acusaciones de Lutero, en su manera de interpretar la teología, la lectura de la Sagrada Escritura e incluso la moral. Lo cual se expresará en un número creciente de denuncias ante la Suprema. Eso mismo llevará a una peculiar comprensión de lo apostólico y ministerial. 2. E ntorno peculiar y propio No cabe duda que, presentar el contexto específico de un autor, requiere también conocer su recorrido intelectual que, en el caso del Maestro Ávila, está determinado por entornos emblemáticos y cargados de una gran fuerza: Salamanca, Alcalá y Andalucía. Dichos lugares son determinantes para el des- cubrimiento personal de su vocación, donde las experiencias del propio entor- no influirán de manera significativa 8 . En este sentido, en relación a la ciudad del Tormes hemos de tener presente que ésta no sólo estaba determinada por el mundo académico que se desarrollaba desde el Estudio y las instituciones vinculadas, sino también en relación a una vida rica de fe, que pasaba por los sermones y la predicación popular 9 , el confesonario y el mundo de las devo- ciones y cofradías 10 , donde los regulares ocupaban un papel de primer orden. 8 Cf. M.A. Pena González, «Tiempos y vivencias de San Juan de Ávila: Salamanca,Alcalá, Sevilla», en: J. Aranda Doncel – A. Llamas Vela (eds.), San Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia. Actas del Congreso Internacional , Córdoba 2013, 371-398. 9 A este respecto, no se puede perder de vista que, durante la Cuaresma, los estudiantes abandonaban las clases para asistir a los sermones. 10 Las cofradías ocupaban un papel especialmente significativo, puesto que eran éstas las que ofrecían el arropo y cobertura a los estudiantes, durante los años que pasaban en la ciudad. Contaban con un lugar de referencia, así como una serie de actos religiosos y sociales. Al mismo tiempo, éstas funcionaban también como cajas de solidaridad para los miembros de la propia nación. Poseían, ade- más, ordenaciones o estatutos propios, personal definido, mayordomos, oficiales, así como libros de registros y cuentas. Desgraciadamente éstos no han llegado hasta nosotros. Se sabe que los de la Co- rona de Aragón se reunían en San Francisco el Real –entendiéndose aragoneses, valencianos, catalanes e italianos–, mientras que las naciones de Andalucía y Extremadura lo hacían en San Agustín. Los de la deVizcaya se reunían en San Esteban y, por su parte, los portugueses lo hacían en los canónigos de Nuestra Señora de laVega. Desgraciadamente no sabemos dónde estaba ubicada la de Castilla la Nueva

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