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58 miguel anxo pena gonzález quien se escribió era muy enseñada y en pocas palabras entendía mucho» 76 . Sus padres eran los señores de Guadalcázar y, de ella, se nos dice que sería de edad de quince años cuando se sintió llamada por Dios 77 . Su vida está ca- racterizada por una fuerte austeridad y penitencia, viviendo como ermitaña en su propia casa, saliendo sólo a las iglesias o a algún convento y dedicando largas horas a la oración. En su porte externo, como nos describe su herma- no, vestía con gran sobriedad, como si se tratase de una religiosa: «Y, entrada en el aposento y posada de nuestros padres, subióse a un cuarto alto y encerróse, y no pareció hasta la hora de cenar. Salió trasquilada de todos sus cabellos, que los tenía como una madeja de oro, y con una saya negra sin guarnición, con dos dedos o tres de falda, y tocas largas, y tan di- ferenciada que aquí no lo podría decir, ya con aire y lustre de esposa del Rey del cielo» 78 . Ella misma tenía conciencia de que su estado era de consagración, al margen de que no hubiera emitido formalmente unos votos solemnes. Tam- bién aquí el testimonio de su hermano nos resulta de gran claridad: «… cada día crecía en perfección en grande manera, pidiendo a nuestros padres o que ella se había de entrar monja luego en Santa María de Gracia, en Sevilla, o se le había de dar un cuarto en casa tan separado de todos que pareciese a ella estar muerta y debajo de la tierra, y que ya la pisaban los perros y comían los gusanos. Diósele todo muy a su contento… Hizo voto de castidad…» 79 . 76 Id., «Audi filia (I)», en Ibid ., I, 407. 77 «Sería de edad de quince a diez y seis años».Tomado de: L. S ala Balust , «Una biografía recuperada:‘LaVida de Doña Sancha Carrillo’, discípula del Mtro. Ávila, escrita por su hermano Don Pedro Fernández de Córdoba», Iberida 6 (1961) 227. Cf. A. Llamas , Lectura orante del «Audi, filia» …, 262-272. 78 Ibid ., 228. 79 Ibid ., 229. No parece que sea un dato baladí el hecho de que algunas crónicas la reconozcan como terciaria franciscana. Esto justificaría, conjuntamente con su ascendencia familiar, el que fuera enterrada en el convento de San Pedro el Real de Córdoba.

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