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san juan de ávila y la vida religiosa : persona y tiempo 53 que el acto litúrgico era un espacio peculiar de la vida social. De ahí también que beatas y beaterios, a lo largo del siglo XVI, cobraran significativa fuerza, en conformidad con la espiritualidad y sensibilidad religiosa reinante. Lo reli- gioso era una oportunidad para cambiar de vida, y muchas mujeres aprovecha- ron conscientemente esta oportunidad. Al mismo tiempo, el santo Maestro, desde su atenta sensibilidad espiritual, captará esta realidad y la impregnará con profunda viveza en aquellas que optan por vivir una vida de conversión y ascesis, sin entrar en clausura. Fruto de esta propuesta y experiencia son un número nada desdeñable de expresiones y propuestas que hace a lo largo de todo el Audi filia , por ejemplo cuando afirma «libertóos el Señor para que fuésedes toda suya, y vuestros ojos a él solo mirasen, como la esposa casta a su solo esposo suele mirar» 62 . Entendía, además, que esta opción suponía una profunda libertad, algo que caracteriza también en su origen a la vida religio- sa, aunque los proyectos de la misma, con el paso del carisma a la institucio- nalización, hayan ido perdiendo esa frescura de lo alternativo 63 . En este sentido, insistirá, además, en que la verdadera expresión ha de mostrar un corazón entregado, con verdadera y radical donación a Dios, «con solo de le agradar y servir» 64 . En estos términos se lo había también indicado a una doncella que había comenzado a servir a Dios: «Lo primero… que me parece que debéis de hacer es conocer el gran beneficio que de la mano de Dios habéis recebido en haberos dado corazón que desprecie el presente y haceros amadora de lo que no se ve con estos 62 Id., «Audi filia (II)», en Ibid ., I, c. 56, 658, §. 5. 63 Véase también cuando afirma «pues la virginidad se toma entre cristianos no por sí sola, mas porque ayuda para con más libertad dar el corazón a Dios». Ibid. , c. 58, 663, §. 4. Cf.A. Llamas , Lectura orante del «Audi, filia» de san Juan de Ávila , Madrid 2013, 390-391. 64 Id ., «Sermón 29. Domingo de Pentecostés. En la profesión de una monja», en Ibid ., 360, § 23. Como aparece en el sermón, está teniendo presente el libro del Cantar de los Cantares (1,5), donde la hermosura de la amada reside, precisamente, en algo que no es sólo cuestión externa. El propio Maestro había señalado esa pérdida carismática de los religiosos: «porque la experiencia nos dice que las Órdenes tienen más fervor a los principios que después». Id., «DonAntonio de Córdoba», en Ibid ., IV, 525-526.

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