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52 miguel anxo pena gonzález oportunidad era, por lo mismo, también un refugio para muchos varones y hembras, una manera peculiar de vida religiosa que gozaba, especialmente para las mujeres, de unas oportunidades y amplitud que, como ya hemos se- ñalado, no tenía la vida regular. Y, por lo mismo, a los beaterios se acercaban mujeres que buscaban una vida espiritual más intensa y otras que querían mantener su propia independencia. De ahí que muchas de ellas, aún pudien- do pagar una dote, optasen por esta opción. La idea sostenida por muchos autores era que ciertas etapas de la vida espiritual estaban vedadas a la gente común, por lo que grandes sectores de la sociedad quedaban al margen de algo que, en aquel momento, resultaba fundamental: lo religioso. Una religiosidad que, por otra parte, impregnaba todas las facultades de la vida. Por ello, las beatas vivían una vida espiri- tual, de una forma muy peculiar, alcanzando una unión con Dios personal y propia, que no necesitaba de intermediarios, de reglas y de prelados. Esta experiencia de lo sagrado no se puede olvidar que era reconocida por la gente del pueblo, lo que convertía a beatas y beaterios en mediadores con la divinidad 60 . A través de sus vivencias religiosas lograban una libertad indi- vidual. Con todo, es necesario tener presente que muchos beaterios estaban bajo la jurisdicción diocesana, del obispo y del párroco 61 , al tiempo que se mantenían de su propio trabajo o del producto de sus bienes. La realidad era que clérigos y frailes desarrollaban su magisterio entre el pueblo, al tiempo que vivían en medio del mismo y ejercían su influencia. Las mujeres eran el estamento con mayor proximidad al clero, entendiéndose 60 Eutimio Sastre considera que «alcanzar la unión con Dios es el principal blanco y fin de la beata». Ibid ., 309. 61 Cf. Ibid ., 329. A este respecto, gran número de sinodales se refieren al ordenamiento de la vida de beatas y beaterios. El obispo de Granada, D. Pedro Guerrero, amigo personal del santo Maestro, aprobó, el 11 de septiembre de 1572, unas Constituciones para disciplinar la vida de unas mujeres honestas recogidas en un beaterio de Alhama. Cf. A. Riesco Terreros, «Tres documentos interesantes (siglo XVI) para el conocimiento del origen y transformación del beaterio de Alhama de Granada en convento de RR. Clarisas de la Concepción vulgo ‘San Diego’», Archivo Ibero-Americano 54 (1994) 789-904.

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