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san juan de ávila y la vida religiosa : persona y tiempo 51 entorno donde aquellos que tuvieron la experiencia viva y propia, no nos han dejado prácticamente casi ningún testimonio escrito, lo que se convierte en una gran dificultad para conocer la experiencia desde dentro, tal y como ellos mismos la percibían. Aunque esta realidad no era exclusiva de mujeres, sí es cierto que fueron ellas las que le confirieron una mayor expresividad y riqueza 57 . Ellas influyeron también en la reforma de la Iglesia y, sin emitir votos solemnes, se dedicaron a la oración, al trabajo manual –como medio de subsistencia– y a obras de caridad. Era también una oportunidad para generar un espacio propio y alternativo, a los socialmente sancionados para la mujer: el matrimonio o la vida en clausura, que se solía expresar tradicio- nalmente bajo la máxima aut murusa ut maritus . Esta realidad, como se puede intuir, generó también frecuentes desencuentros con la jerarquía, en razón de la ausencia de una regla de vida o unos lazos institucionales precisos y concretos, que la institución no podía medir y controlar como consideraba más adecuado y oportuno 58 . De esta manera, «beatas y beaterios superan la mera anécdota para convertirse en el substrato de la vida religiosa femenina. Primero lo fueron del movimiento de vida apostólica canonical, después de las órdenes segundas mendicantes, hasta que se transformaron en los ‘nue- vos institutos’ de votos simples» 59 . Al mismo tiempo, es necesario recordar cómo la dote era una exigen- cia para el ingreso en clausura, por lo que, en razón de carecer de los medios necesarios o por opción y renuncia a los mismos, un número significativo de mujeres optarán por la vida de beatas, ya fuera en sus propias casas de manera independiente o en otras viviendas llevando una vida en común. Esta 57 Como señala Eutimio Sastre, la hora de definir qué es una beata, poniéndolas en relación con la praxis que tenía lugar en otros países afirma: «Las beatas y sus beaterios de España, de His- panoamérica e Islas Filipinas, en sus dos formas de vida seorsum y collegialiter , emparentaron con las beguinas de Bélgica, las ursulinas, y las vírgenes anglicanas, como testifica Caramuel, y aun con las canonesas seculares de Alemania». E. Sastre Santos , «La condición jurídica de beatas y beaterios. Introducción y textos. 1139-1917», Anthologica Annua 43 (1996) 345. 58 Cf. A. Sarrión Mora , Beatas y endemoniadas. Mujeres heterodoxas ante la Inquisición. Siglos XVI a XIX, Madrid 2003, 40-42. 59 E. Sastre Santos , «La condición jurídica de beatas y beaterios…», 300.

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