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48 miguel anxo pena gonzález todas las cosas de este mundo y vestirse de caridad e inflamarse en amor de Jesucristo, de tal manera que sea una misma cosa con Él y diga con Sancto Augustín: ‘Hicísteme, Señor, para ti, y está siempre sin reposo mi corazón hasta que torne y descanse en ti’» 47 . En este sentido, el Maestro Ávila haciéndose partícipe de la clásica teo- logía de perfección sostenida por santo Tomás de Aquino, y comúnmente aceptada hasta el contexto del Concilio Vaticano II, entenderá que «las per- sonas religiosas nos llevan la ventaja; porque si están en el coro, si están en el refitorio, si en el retraimiento, en todas partes están en el servicio de Dios, empleadas en cosas de su ánima, siempre alabando a Jesucristo» 48 . No cabe duda de que, en este caso, tratándose de un sermón, él lo está proponiendo como aquel ideal en el que se ha de vivir desde una vida regular, superando otros límites humanos que dificultan la comunicación, tanto con Dios como con los hombres. Así se explica su énfasis ante la entrada en las clarisas de Montilla de la duquesa de Feria, algo incomprensible desde parámetros hu- manos, en razón de su dignidad e hidalguía, pero que él muestra de manera profundamente expresiva, casi teatral: «¿Sabéis a qué entra en el monasterio? A fregar, si se lo mandaren, si le pareciere a su prelada; a cocinar, si fuere menester; a abajarse, a ser esclava de las otras y a besar la tierra que las otras huellan» 49 . 47 Ibid ., 721. En la misma carta afirmará también: «Y para que más puramente se pueda conservar el corazón de las cosas terrenas y vanas, se prometen en religión tres cosas mal entendidas y peor guardadas, las cuales son de gran excelencia, conviene a saber: pobreza, la cual alimpia el corazón de la afición de las cosas exteriores;… El segundo voto, el cual alimpia el corazón de la afición carnal, es el voto de castidad, el cual cuán trabajoso sea de guardar perfectamente, muéstralo santo Augus- tín… El tercero voto que se promete es el de la obediencia, la cual es muy acepta y muy agradable a Dios, que ansí está escripto: Mejor es la obediencia que el sacrificio (1 Sam 15,22)». 48 Id. , «Sermón 27. Domingo infraoctava de la Ascensión. En un convento de monjas», en Ibid ., III, 325, §. 6. 49 Id. , «Sermón 76. Santa María Magdalena, 21 de julio de 1554. Montilla, en el monasterio de Santa Clara. En la toma de velo de la condesa de Feria», en Ibid ., 1034, § 19.

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