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san juan de ávila y la vida religiosa : persona y tiempo 41 4. L a profesión de los consejos evangélicos Juan de Ávila se muestra, en todo momento, como una figura emi- nentemente carismática y parece que este detalle es un elemento que ha de ser abordado en toda su fuerza y significatividad. Su preocupación es por una vida cristiana intensa, que tiene también una posible concreción en una forma regular rica, exigente y que fuera modelo de Jesucristo. Una vida reformada y que, por lo mismo, cumpliera un oportuno servicio en la so- ciedad y en la Iglesia. Cuando, hacia el final de su vida, redacte los tratados de reformatione no estará haciendo otra cosa que aplicar, de manera concreta, aquello que había experimentado y teorizado a la largo de toda su vida. Su propia existencia está plagada de gestos y expresiones muy cercanos a los ideales propugnados por la vida regular 26 : desprendimiento de todo, incluso de las posibilidades de reconocimiento público, renuncia al propio cursus honorum , vida itinerante, vida comunitaria con sus discípulos... Su sen- sibilidad apostólica y caritativa, progresivamente, lo irá orientando hacia un contexto donde pobreza y ascesis estuvieran presentes y, al mismo tiempo, donde la predicación y el conocimiento sapiencial de la Escritura ocupara un lugar importante, pero sin descuidar una vida de cierto retiro y cultivo interior 27 . Pero, en este orden de cosas, a la hora de clarificar exactamente de qué estamos hablando, se impone una revisión adecuada de aquello que 26 En este sentido, no se puede perder de vista que, el parámetro tradicional entre la vida regular y la secular era realmente grande. Esta realidad quedó recortada desde el momento que sur- gieron en la Iglesia nuevas formas de vida, como es el caso de los clérigos regulares, instituciones específicamente sacerdotales, que quieren dar testimonio de una vida comprometida con la santidad ministerial y donde hubiera una profunda coherencia de vida, no sólo un recurso a lo cultual. Es bueno recordar que éstos, a diferencia de las formas tradicionales de vida religiosa, no llevarán hábito, sino traje común, dispensarán fácilmente del rezo coral, al tiempo que vivirán de su propio trabajo, renun- ciando a las rentas y a la limosna. 27 No cabe duda que es este un tema en el que se debería hacer un intento más, por si se lograra ofrecer alguna luz, aunque no parece una tarea fácil. Acerca de estos matices, cf. S. Cantera Montenegro, «¿Franciscanismo en el Maestro Juan de Ávila?», Verdad yVida 54 (1996) 143-152.

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