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276 Miguel Anxo Pena González ambiente como el español, donde el pensamiento diverso había creado tantas dificultades. Los intentos de formación especializa- da en los Seminarios, eran pequeños proyectos ante obras como las de Migne en Francia o el proyecto en Bélgica de los estudios acerca del orientalismo cristiano, o el renacimiento de los bolan- distas. De esta manera, aquello que en otras épocas había tenido un efecto reflejo en el entorno teológico salmantino, ahora resul- taba casi desconocido o era abiertamente ignorado. Poco a poco se organizan los estudios, en los que Cámara deja ya ver un claro intento de vuelta a aquello que había supuesto la teología en Salamanca, entendiendo que esta institución estaba en continuidad con la Universidad salmantina. A partir de 1895, los estudios comienzan a partir del quinto año de Sagrada Teolo- gía, conforme al Plan de 1852. Los Planes de estudio dan cuenta de un conocimiento adecuado de por dónde debía afianzarse la ciencia religiosa. El entorno salmantino, una vez más, se conver- tía en el eje configurador teológico, aunque esta vez centrado en torno al neotomismo. Era un intento de restauración de aquello que se había hecho en otras épocas. Los maestros iban incorpo- rando a sus manuales las opiniones de otros maestros, sin que realmente se diese una producción novedosa. Era, en definitiva, el afán reformador de los estudios del Colegio de Calatrava, que durará tan sólo diecisiete años, pasando por él un número nada desdeñable de 394 colegiales, todos ellos pertenecientes al clero secular, donde debían cultivarse –desde una mentalidad moder- na– los estudios filológicos y estéticos, los filosófico-teológicos, los bíblicos, los de derecho e historia… Los buenos deseos del obispo salmantino, así como el apoyo incondicional del cardenal Ram- polla desde Roma, no eran suficientes para que, de la noche a la mañana, en España se contase con unos candidatos al sacerdocio que no fuesen de una extracción social popular, que no permitía pensar en una formación y cualificación pausada y atenta. Era vox populi , tanto en los ambientes eclesiásticos como civiles, que los seminarios centrales habían de cubrir el hueco dejado por las Facultades de Teología suprimidas 65 . 65  Así lo entendía el nuncio Rampolla en su informe al Secretario de Estado de la Santa Sede (Madrid, 15-6-1885): “Altro danno gravissimo stato arrecato alla cultura del clero dalla soppressione delle sue famose univer- sit apostoliche Salmanticense e Complutense, dalle quali sono usciti i più reputati teologi, canonisti, letterati che altamente onorarono negli andati tempi il ceto ecclesiastico. Estinti per tal modo questi due preipui focolari di studii sacri, le cui cattedre in virtù di anchi statuti venivano occupate da

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