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Creación, desarrollo y restauración… 245 formado intelectualmente y con estrechos vínculos con la sede de Compostela, de la que era sufragánea 3 . Pocos años después, en 1243, el hijo de Alfonso IX, Fernando III –rey de Castilla y de León–, confirma las Escuelas de su padre nombrando al prelado salmantino, conjuntamente con el prior de los Predicadores, el guardián de los Menores y otros, para di- rimir en los conflictos estudiantiles. El detalle resulta particular- mente significativo, puesto que pone de relieve que se cuenta con los representantes de las instituciones eclesiásticas. No se puede tampoco olvidar que las Órdenes Mendicantes no dejaban de ser instituciones que podían servir, de manera más adecuada y opor- tuna a los intereses de la Sede Apostólica. Y, por lo mismo, im- portantes a la hora de lograr un juego de proyecciones y alianzas. En 1254, Alfonso X el Sabio reorganiza las Escuelas nom- brando conservadores para la misma 4 , dotando sus cátedras y confirmando la jurisdicción del Obispo sobre los clérigos del Es- tudio. Como ya han puesto de manifiesto algunos autores, “los reyes fundaron, protegieron y dotaron un centro de estudios eclesiásticos, integrado por clérigos y sometido a las autorida- des eclesiásticas” 5 . Las cátedras dotadas en este momento serán doce, agrupándose en las siguientes disciplinas: Derecho canóni- co, Derecho civil, Medicina, Lógica, Gramática y Música. Se tra- taba de formar a la burocracia civil y eclesiástica, teniendo en cuenta que el Derecho ocupaba el primer lugar, dejando al mar- gen a la Teología, que se entendía como una cuestión fundamen- talmente de regulares. El momento más significativo de esta evolución será el año 1255, cuando el pontífice Alejandro IV confirme el Estudio Gene- ral , lo que había sido solicitado por el Monarca, el Obispo de Sa- lamanca y el Cabildo. En una sucesión de meses, Alejandro IV confiere, a la corporación de escolares y maestros, el uso de sello propio y, posteriormente, licencia de enseñar en cualquier cen- tro de la Cristiandad, así como la validez universal de sus títulos, a excepción de las dos grandes universidades de la época: las de París y Bolonia. De esta manera, la Academia se irá asegurando 3 No se puede olvidar que la sede compostelana vivía uno de sus momentos de mayor esplendor. Véase V. Beltrán de Heredia, Cartulario , t. I, 43-53. 4 L. E. Rodríguez-San Pedro, La Universidad de Salamanca… , 19. 5 M. P. Alonso Romero, Universidad y sociedad corporativa. Historia del privilegio jurisdiccional del Estudio salmantino 1997, 15.
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