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256 Miguel Anxo Pena González Algunas de estas figuras no sólo ocuparán un papel relevan- te en el entorno peninsular, sino que trascienden su entorno geo- gráfico. Entre las mismas se encuentra Juan de Torquemada (+ 1468) que aunque se doctora en Teología por París (1425) se ha- bía formado en San Esteban de Salamanca, siendo considerado uno de los grandes tomistas del final del Medioevo. En el Conci- lio de Constanza (1417-1418) acompañará a fray Luis de Vallado- lid que defendía los intereses de Enrique IV de Castilla. Años más tarde (1431), este rey lo nombra Maestro del Sacro Palacio. Pero su trascendencia internacional vendrá de la mano del Concilio de Basilea, donde es enviado por el mismo soberano, mostrán- dose defensor del pontificado romano, lo que llevará a ser pro- movido a la púrpura en 1439; momento en el que se encontraba en el Concilio de Ferrara-Florencia (1438-1442), trabajando por la unión de las iglesias griega y latina. No es menos significativo Juan Alfonso de Segovia, formado en las aulas salmantinas y, maestro luego de las mismas, entre los años 1418 a 1433. Este teólogo, abiertamente conciliarista, repre- sentará a los intereses del rey de Castilla y de la Universidad en el Concilio de Basilea (1433). A él se debe una historia del Con- cilio de Basilea. Anteriormente, también como consecuencia de sus gestiones, se había logrado la promulgación de las Constitu- ciones de Martín V (1422). Otra figura significativa es Alonso de Madrigal (el Tostado), colegial y después rector del Colegio de San Bartolomé, que lle- gará a ser uno de los más prolíficos catedráticos del Estudio. También él asiste al Concilio de Basilea como legado real, con la intención expresa de defender las doctrinas conciliaristas. Aun- que estas ideas, así como sus originales y osadas interpretaciones, le enemistaron con el papa Eugenio IV, su obediencia fiel al pon- tificado le llevarán, al final de su vida, a ser nombrado obispo de Ávila. Años antes, Juan II lo había nombrado consejero real y, en 1446, el Estudio salmantino lo erigía como su Canciller. El Tostado representa la figura de los nuevos tiempos; formada en los entor- nos castellanos, pero que supera los límites del entorno, por su trayectoria y no tanto por su atención a la política y el gobierno. En estrecha relación con “el Tostado” se encuentra Rodrigo Sánchez de Arévalo, también colegial de Salamanca, que asiste al Concilio de Basilea, acompañando al obispo de Burgos Alfonso García de Cartagena, donde tomará contacto con las ideas huma- nistas. Su carrera abandona el campo intelectual para orientar- se hacia la política y el gobierno. Será embajador de Juan II y

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