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364 Se producía una gran separación entre el Dios de la venganza y de la guerra, que se muestra hasta sanguinario, en el Antiguo Testamento, y el Dios del Nuevo Testamento que es, en esencia, «el Dios del amor y de la paz» (cf. 2 Corintios, 13 , 11 ) o aquel que, en el monte de los Olivos, renuncia a liberarse por medio de la fuerza. 3 Nuestra intención no es detenernos en esta primera parte, que pretende poner los cimientos del discurso, sino ver cómo estos serán usados y resulta- rán recurrentes en la argumentación, tanto a favor o en contra de la guerra, a comienzos de la Edad Moderna, por parte de los autores salmantinos. 4 1. Aspectos jurídicos de la guerra en la Antigüedad No hay duda que uno de los elementos de cohesión en la Antigüedad es la guerra. El mismo Tácito consideraba que si faltaba el elemento bélico, la his- toria carecía de sentido. 5 Esta realidad se irá configurando entre el concepto griego polemos y el latino bellum , reflejando el hecho de los conflictos armados. En este sentido, el término clásico, que coincide con el esplendor de la ciudad griega, implica un enfrentamiento entre comunidades políticas distintas, exi- giendo a aquellos que participan un compromiso global. Así, las comunidades en conflicto estaban en condiciones de obligar a sus dirigentes el respeto a un código de guerra concreto. 6 Este concepto de bellum está profundamente vinculado por el desarrollo de la noción de Estado, delimitando un espacio y contexto político en el cual se ejerce una determinada organización y colaboración social, de una manera más o menos autoritaria. Del entorno de las ciudades, de manera progresiva irá pasando al de los reinos donde ocupará un papel especialmente significa- tivo. La guerra se configuraba como algo marcado por declaraciones, acuer- dos y otra serie de actos. Y, por lo mismo, había de llevarse a cabo a partir de sus principios generales, globalmente aceptados, que afinarán el estatuto de la guerra. Esta realidad se irá perfilando, a partir de una serie de ámbitos donde 3 No parece necesario detenerse en el análisis de libros concretos o imágenes. Piénsese, en este sentido, en la tradición neotestamentaria, del guerrero divino que aparece en el libro del Apo- calipsis y que, por otra parte, tiene claras influencias de los capítulos 56 - 57 del libro de Isaías. 4 Para una visión general del tema, cfr. Georges Minois, L’Eglise et la guerre. De la Bible à l’ère atomique , Arthèmne Fayard, Paris, 1994 ; Mimmo Franzinelli-Riccardo Bottoni (eds.), Chiesa e guerra. Dalla «benedizione delle armi» alla «Pacem in terris» , il Mulino, Bologna, 2005 . 5 Cfr. Tácito, Annales , IV, 32 . 6 Este detalle del código de la guerra tendrá una importancia enorme, que se reflejará también a lo largo del siglo xvi , en los planteamientos usados por los autores de la «Escuela de Salamanca». miguel anxo pena gonzález

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