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380 tiempo. Resulta profundamente lúcida la reflexión que hace Francisco Suárez, cuando sostiene que ésta no puede ser considerada absolutamente mala, ya que sería ir contra la fe, puesto que la guerra, en determinadas circunstancias se convierte en algo necesario e, incluso, obligatorio. 26 Esta idea podría resumir todo lo que se pueda afirmar, pero parece necesario incidir algo más en estos principios, máxime teniendo en cuenta que otros autores, como puede ser el caso de Vives o Erasmo, harán una defensa aguerrida y apasionada de la paz. 27 Frente a esta lectura, el tema crucial derivará hacia la licitud y justicia de la guerra, algo que reglamentará toda la reflexión posterior y que, de alguna manera, ha estado presente incluso en acontecimientos muy recientes como cuando George W. Bush argumentaba la intervención en Irak, afirmando que era justa, noble y necesaria. En el mismo contexto, Lutero había calificado ilícita la guerra contra los turcos, aunque luego cambiará también su opinión. El probabilismo moral se deja notar en Luis de Molina, que sostendrá que las guerras entre cristianos, en ocasiones, no sólo son lícitas sino que el no hacer- las sería pecado moral, considerando que ésta ha sido la doctrina común de la Iglesia. 28 Para este hecho la autoridad indiscutible será Ambrosio, tal y como venía filtrado por el Derecho Canónico. 29 Es necesario ahora, de manera breve, analizar los argumentos fundamentales que están presentes en la mayoría de los autores, que partirán de la considera- ción de aquellos que justifican lícitamente la guerra justa, para detenerse luego en toda la casuística de aquellos que son comunes y que encontramos, ya en el discurso propuesto por el Hiponense, pero mucho más por el Mediolanense. 5 . 1 . Argumentos para que una guerra sea justa . Es común entre los autores el cumplimiento de tres condiciones para la licitud de la guerra: que se efectúe por la autoridad pública del príncipe o de la república, que haya justa causa para 26 Francisco Suárez, «Tractatus de Charitate», en Francisco Suárez, Opera omnia , apud Ludo- vicum Vives, Parisiis, 1858 , XII, pp. 737 - 738 [disp. 13 , sect. 1 , §§. 1 - 5 ]. 27 Con todo, Erasmo considerará que dedica, muchas páginas, a un tema que le preocupa y que le afectará personalmente, sí llegará a reconocer que si se lleva a cabo legalmente, no puede ser rechazada totalmente. Con todo, su visión más frecuente es el considerar la guerra como algo infernal, indigno de seres humanos y más propio de bestias, lo que llega a concretar en el hecho de que papas, obispos e incluso monjes participaran activamente en las mismas. Es inadmisible que los cristianos luchen entre sí, pues las armas de Cristo, no son materiales sino espirituales. Desi- derio Erasmo de Rotterdam, In Evangelium Lucae paraphrasis , in edibus Michaelis de Eguia, Com- pluti, 1525 , pp. 105 - 106 y 455 - 458 [caps. 3 y 22 ]. 28 Luis de Molina, De iustitia et iure , I, Moguntiae, 1569 , cols. 405 - 406 [tract. II, disp. 99 , §§. 1 - 8 ]. 29 «Qui a socio non repellit iniuriam similis este ei qui facit». S. Ambrosio, De Officiis , I, 36 ; C. 23 q. 3 c. 7 . El texto no se encuentra literal en la obra del Mediolanense. miguel anxo pena gonzález

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