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Miguel Anxo Pena Gon.zález Una propuesta antiesclavista de Primera Hora: el "Servi Uberi"... los indios que gozan de libertad, a excepción de los bravos guerreros de Chile, a los cuales la corona había dado autorización para ser reducidos como servidumbre. Respondiendo a este asunto, si antes se había mostrado cauteloso a la hora de referirse a los indios, ahora será mucho más explícito con un proceder claramente denunciatotio e incluso apocalípti– co: "En realidad, aun no he tomado la justa defensa de los indios, a los que he visto gimiendo en esclavitud y en más que en esclavitud, en las enco– miendas, debiendo ser siervo de los siervos, es decir, de los negros y de peor condición y deterioro que los mismos animales, en sus tierras y regio– nes, sin tierras para habitar, aplastados por todos como serpientes, ataca– dos de injurias como perros, saqueados, desgarrados, robados, asesinados, vendidos en esclavitud, reducidos a esclavos o a tribulaciones ...Callo, de momento, hasta que el Señor me abra la boca para hablar y dirija mi pluma para escribir" 121 • Después de esta breve reflexión sobre los indios, regresa al tema de los africanos, en esta ocasión valiéndose de la opinión de Esteban Fagúndez respecto a la negociación de la compra. También ahora hace decir al jesuita lo que él no afirma directamente, refiriéndose a los títulos generales ya sostenidos anteriormente. Él entiende que además de una certeza común, existe también una certeza moral, que no sería otra que la avaricia de todos aque– llos que intervienen en la cadena de la trata, obteniendo suculentos beneficios: "Por lo que es cierto que no sólo no se hace examen de la esclavitud sino que se entra en sus tierras, amano armada, y se raptan aalgunos, y también, por fuerza, dolo y halagos, atraer a los negros y meterlos en naves o venderlos a los mercaderes, atados con grillos, tras raptarlos a otros negros" 122 • La segunda parte sería la falta de coherencia por parte de los europeos, especialmente la de los gobernadores yministros regios: "Es horrendo lo que vi y oísobre los gobernadores que, enrique– cidos justa o inj~nte, vuelven a Esp~ña cargados de iniquidades, como el oro y la plata. Yo mismo escribí algo al Rey Católico, en Convenciones Christi ad Belial, que da un juicio suficiente de lo restante" 123 • Al llegar a la exposición específica de Avendaño, pareciera, en un primer momento, como si se reconciliara con el jesuita, ya que condena la negociación y esto parece al capu– chino la única opción realmente válida y aceptable. Por otra parte, esta opción moral del jesuita es perfecta para corroborar aquello que él está proponiendo (más exactamente en las tres primeras conclusiones del argumento del libro 124 ); pero no entiende como siendo esto así, la actitud de los jesuitas es radicalmente otra: "Pero sorprende que, no obstante lo dicho por el profesor Avendaño, en Perú los Padres de la Compañía tienen hoy tantos miles de esclavos, no escuchando a sus padres en la enseñanza examinada arriba. Pero, como todos bendi– cen al principio y fallan al fin, la doctrina de ellos se hizo inútil y prevaleció la ilícita einjusta nego- m Servi liberi, n. 105. m Ibid., n.107. 123 Ibid. 12 " Cf. Ibid., f. 2. Revista Summa Historiae Año 2, Nº 2 61

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