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UNA EMIGRACIÓN CON VALORES: EL APORTE DE LA FE 57 sobrevivir. Pero, al mismo tiempo, va cargado de lo más propio, de aquello que lo caracteriza y lo hace diferente a los demás: sus experiencias, su vida, su ser, algo a lo que no puede renunciar y que no le puede ser robado. Los migrantes de nuestro presente se mueven casi en la misma experiencia. No pueden transpor tar casi nada personal consigo, puesto que no es posible en razón de las circuns tancias tan precarias en las que tienen que viajar, al mismo tiempo, en un número significativo de ocasiones no pueden siquiera ir acompañados de su propia iden tidad... Pero, tanto en el caso de los emigrantes legales o ilegales, van acom pañados de su propia personalidad y experiencia de la vida, del calor y cariño de los suyos, así como de la experiencia e ilusión en lograr una vida mejor. Viven también, igual que el pueblo elegido, la experiencia propia de Moisés, guiando a su pueblo y quedándose a las puertas de la tierra prometida, sin poder pisar la tierra. Sin que sus ilusiones más profundas se vieran cumpli das. ¿No es éste otro de los elementos que olvidamos con excesiva frecuencia cuando nos acercamos al problema de la migración? La misma experiencia del Éxodo nos puede ayudar a llenar dicha experiencia de rostros concretos, con nombres y apellidos que son capaces de renunciar a lo poco que tienen por lograr una vida mejor para los suyos. En este sentido, la experiencia particular de Moisés, es la de aquel que no piensa sólo en su propia existencia sino que es capaz de ver y vivir la vida con una perspectiva mucho mayor, capaz de impli car a los que no cuentan, para que también puedan tener un lugar en la historia. De la misma manera, la experiencia de la migración en nuestro presente es la de aquellos que caminan también por dar una vida más justa a los suyos, con el personal y necesario sacrificio. Por lo mismo, ver al inmigrante, supone verlo en su conjunto, en su antes y después, contemplando también a los que le rodean. En este sentido, tampoco podemos olvidar que, la misma experiencia del pueblo, tiene unas fuertes connotaciones políticas. El pueblo de Israel se revela contra sus opresores, los egipcios. Es indudable que las intuiciones y aplicacio nes aquí pueden ser muy numerosas, no sólo en relación con la experiencia concreta de los israelitas, si no también de cara a los inmigrantes de nuestro presente3. Entre ellos, un número significativo, también, ha de abandonar su tie rra por connotaciones políticas de fuerte magnitud, lo que hace la experiencia Moisés y Aarón en el desierto. «Ojalá hubiéramos muerto a manos de Yahveh en la tierra de Egipto cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta hartarnos! Vosotros nos habéis traído a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea»” (Ex 16,2-3). Sobre la realidad actual en ese proceso de migración globalizada y el conflicto político, cf. P. RivAs NIETO, “Hombres y naciones en marcha. Reflexiones sobre la emigración, la globalización y el orden democrático”, en MA. PENA GoNzÁLez — A. GALINDO GARcíA (eds.), Inmigración y Universi dad. Acogida del inmigrante desde el ámbito universitario español, Publicaciones Universidad Ponti ficia de Salamanca, Salamanca 2005, 75-93; Id., “La nueva política y la identidad colectiva en la gestación de los conflictos. Algunas claves para entender el fenómeno migratorio a principios del siglo xxi”, MA. PENA GoNzÁLEz — A. GALINDO GARciA (eds.), en Inmigración y estructuras sociales, Publicaciones Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca 2005, 267-281.
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