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70 MIGUELANXO PENA GONZÁLEZ Con todo, para que los pasos se puedan dar a un nivel adecuado y opor tuno, es preciso un diálogo, donde no prevalezcan lecturas simplistas, siendo capaces de apreciar los valores del que cree de diferente manera. En este sen tido, Antonio Peteiro, arzobispo emérito de Tánger afirmaba hace unos años, acerca de este tema: “Dicho diálogo también ofrecerá a los cristianos la oportuni dad de presentar su propia fe con sus valores y sus límites, puesto que ninguno tiene el monopolio de la verdad único sino que ha de dejarse poseer por ella”15. 2. Durante otro encuentro islámico-cristiano, organizado como siempre por los cristianos, un participante cristiano preguntó públicamente a los musulmanes presentes porqué no organiza ban, al menos una vez, también ellos encuentros similares de este género. El indefectible recono cido musulmán presente respondió textualmente: «>,Porqué deberíamos hacerlo? Vosotros no tenéis nada que enseñarnos y nosotros no tenemos nada que aprender)>. ¿Un diálogo entre sordos? Es un hecho que términos como «diálogo», «justicia», <(recipro cidad» o conceptos tales como «derechos del hombre» y «democracia» tienen para los musulmanes un significado completamente diferente del que tienen para nosotros. creo que esto ya ha sido reconocido y admitido por todos. 3. En un monasterio católico de Jerusalén había —tal vez esté todavía— un empleado árabe musulmán. Era una persona gentil y honesta, muy estimada por los religiosos que, a su vez, él tam bién estimaba. Un día, con semblante triste, les dijo: «Nuestros jefes se han reunido y han decidido que todos los ‘infieles’ deben ser asesinados, pero vosotros no debéis tener miedo, porque os mataré yo sin haceros sufrir». Todos sabemos que debe distinguirse entre la minoría fanática y violenta de la mayoría tranquila y honesta, pero ésta, tiene una orden dada en nombre de Alá o del corán, marchará siem pre compacta y sin vacilaciones. Por lo demás, la historia nos enseña que las minorías decididas, siempre logran imponerse a las mayorías renunciantes y silenciosas. Sería ingenuo subestimar, o peor aún, sonreír ante estos tres ejemplos que he dado; yo creo que se debería reflexionar seriamente sobre la enseñanza dramática que nos dejan. No es pesimismo el mío, aunque así pudiera parecer. El cristiano no puede ser pesimista porque Cristo ha resucitado y está vivo; El es Dios, a diferencia de todos los otros profetas o de quien pretende serlo. La victoria final será de Cristo, pero los tiempos de Dios pueden ser muy lar gos, y por lo general lo son. Él es paciente y espera la conversión de los pecadores: mientras tanto invita, sin embargo, a la Iglesia a organizarse y a trabajar para acelerar la venida de su Reino. Ahora quisiera hacer al Santo Padre una propuesta seria: organizar cuanto antes, si no un Sínodo, al menos un Simposio de obispos y colaboradores en la Pastoral entre los inmigrantes, con especial atención a los islámicos, incluyendo también a los representantes de la iglesia reformada y a os ortodoxos. Su organización podría ser encomendada a la ccc, que tiene en esta materia una larga y probada experiencia, en colaboración con la KEK. El simposio debería servir para profundizar colegialmente el problema de los musulmanes en los países cristianos, y encontrar así una estrategia común para afrontarlo y resolverlo de manera cristiana y objetiva. Es indispensable estar de acuerdo en lo relativo a los principios, aunque luego su aplicación cambiará en función de los lugares y personas. Nada es más perjudicial que el desa cuerdo sobre los principios! Termino con una exhortación que me ha sugerido la experiencia: no se conceda jamás a los musulmanes una iglesia católica para su culto, porque ante sus ojos ésta es la prueba más cer tera de nuestra propia apostasía”. “Exc.mus D.nus Giuseppe Germano BERNARDINI, D.F.M. Cap., Archiepiscopus Smyrnensis (lzmir)”, en Synodus Episcoporum — Bollettino, Edizione plurilingue. Sala Stampa della Santa Sede,13.xi.1999, n. 18, 3-4. La traducción es nuestra. 15 A. PETEIR0, “El diálogo con el Islam”, en J. RAMOS DOMINGO (coord.), Hacia una Europa multicultural. El reto de las migraciones, , Publicaciones Universidad Pontificia de Salamanca, Sala manca 2002, 305.

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