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68 MIGUELANXO PENA GONZÁLEZ De esta manera, la formación, como medio oportuno de cara a la integra ción, no es sólo una exigencia de los inmigrantes, sino que se convierte en una obligación u oportunidad para toda la sociedad que convive en un lugar con creto. Es el paso a la construcción de una nueva sociedad, que ha de encontrar su lugar de una manera nueva, con unos métodos y unas formas también nue vas. La integración, presentada y vivida de esta manera, es encuentro. Algo que se hace más necesario en un mundo sumamente acelerado como el nuestro. No es posible que el hombre de nuestro presente sólo se preocupe de hacer cosas o de construir cosas. De una manera u o de otra, la pregunta por el sen tido de la vida estará presente y es preciso responder a ella con radicalidad y autenticidad. Asumiendo los propios límites, lo que supone estar dispuestos a superarlos. Quizás ésta sea la batalla en la que tenemos que implicarnos. El superar la cerrazón religiosa de dividir entre buenos y malos, entre correcto e inadecuado, convirtiéndose esa división como una posibilidad para un diálogo integrador, donde los dogmatismos cerrados no son más que una cortapisa para el encuentro y el crecimiento12. Esa integración supone también ruptura de algunos esquemas que noso tros mismos nos hemos ido construyendo o nos ha impuesto la misma sociedad de mercado. Tenemos la prueba, por ejemplo, en relación con la configuración de la familia en los últimos años en nuestro entorno europeo y el de aquellos que llegan de otros lugares13. El choque, tarde o temprano, tiene que aparecer, puesto que las mismas infraestructuras, empezando por las viviendas, están pensadas para reducidos núcleos familiares... En este sentido, y ya antes lo hemos insinuado, la integración no supone la aceptación de todo y a cualquier precio, sino la necesaria adecuación con una sociedad. Por ello, nos cuestionamos si no sería conveniente que la inmigración fuera planteada también desde los distintos contextos culturales, de tal suerte que la integración pudiera ser más fácil. No creemos que se trate de seleccionar a los emigrantes en razón de un pasaporte o una lengua..., pero es necesario abrir un diálogo y reflexión atenta acerca de este tema. En mi modesto parecer, la reflexión debería comenzar de cara al mundo musulmán que, mientras es un grupo minoritario, no suele tener muchos proble mas de convivencia, pero en la medida en que se va haciendo más numeroso y, 12 Acerca de la visión de la Iglesia católica sobre el fenómeno migratorio, cf. A. NEGRINI, “La Santa Sede y el fenómeno de la movilidad humana’, en J. RAMDs DOMINGO (coord.), Hacia una Europa mullicultural. El reto de las migraciones, Publicaciones Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca 2002, 187-203. 13 Acerca del aspecto familiar, como alternativa, cf. M.A. PENA GONzÁLEZ, “La familia: alterna tiva veraz”, en MA. PENA GONzÁLEz — A. GALINDO GARcIA (eds.), Inmigración y estructuras sociales, Publicaciones Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca 2006, 191-208. En relación con- creta con el tema de la vivienda: J. RAMOS DOMINGO, ‘ciudad, emigración, vivienda”, en Ibid., 257- 265.

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