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no es cuestión simple de erudición. De esta manera, se aprecia un aspecto esen- cial también desde el ámbito de la fe, el que todos son llamados y convocados, sin tener en cuenta su clase y condición. Al mismo tiempo, cobra especial importancia la forma ; entendiendo el arte como creación de formas, algo que está de moda también en esa última etapa señalada por Plazaola. El riesgo es que esto puede llevar al arte a un encerrar- se, como si en sí mismo él fuera ya un referente. Pero, desde la preocupación de la fe, estamos llamados a recordar a los artistas que no se ha de perder la fecun- dación constante entre la fe y el genio espiritual que está presente en cada uno de los pueblos o épocas; que sigue siendo esencial la encarnación del culto cris- tiano y que a ello ha de ayudar también la forma. La comunicabilidad que el artis- ta posibilita a los hombres por medio de su obra es también comunicación de esa realidad que la Iglesia cree, vive y celebra, aunque esto se expresa en una forma concreta. En los artistas de las últimas décadas, otro elemento ha ocupado especial atención, lo que se ha dado en llamar, por los especialistas del arte en el enno- blecimiento de la materia , el hacer del material una especie de altar sobre el que ahora se inmola no sólo el contenido y el asunto inspirador, sino hasta la forma misma. Esto nos lleva a preguntarnos sobre qué lugar queda para lo trascenden- te en esa comprensión, puesto que es una pregunta esencial para el evangeliza- dor. Para algunos especialistas esa atención al material ha llevado también a un distanciamiento de la historia, al desengaño de los metarrelatos, explicando así que los artistas no se sienten motivados a recrear los motivos clásicos… pero qui- zás más que una dificultad es una oportunidad más para hacer caer en la cuen- ta sobre el origen y nobleza de una materia, de la relación de la misma con el hombre y su Creador… sin necesidad de que deba ser ocultada en su obra. Es la misma realidad vivida por Miguel Ángel Buonarroti, cuando en sus esculturas, de manera progresiva, va mostrando el soporte material sobre el que está hecha, marcando la presencia del mármol de manera plausible. Podríamos decir que la materia, en esta nueva manera de ser presentada, adquiere también una calidad espiritual; permitiendo un distanciamiento de las puras alusiones cosísticas y antro- pomorfas de presentar tradicionalmente a la trascendencia. Al mismo tiempo, una obra de arte en sí misma se ve también favorecida en razón de la nobleza del material en que es realizada. Al mismo tiempo, la materia, desde lo simbólico, puede tener también la capacidad de concentrar una belleza que es propia de la evangelización y, por lo mismo, se encuentra al servicio de la celebración. En este sentido, el uso de un material u otro no es indiferente. Lo que no quiere decir que un material sea más adecuado que otro a un fin concreto, sino que esto dependerá de la debi- da coherencia que se espera en un espacio concreto, mirando también al símbo- Evangelizar con el arte 153

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