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otras épocas hizo de manera primorosa. Hoy ese diálogo entre proximidad y dis- tanciamiento del mundo, desde el ámbito de la fe, puede ser facilitado también por medio de concepciones artísticas, capaces de expresar lo que la Iglesia es y celebra. Insertarse en un mundo con la conciencia de que no todo depende de ese presente… y eso también hoy sigue siendo expresable por medio del arte. Para llegar al hombre de cada tiempo, parece necesario emplear las formas culturales de cada época. El arte de nuestro tiempo también tiene sus propias expresiones que han de ser aprovechadas y utilizadas en toda su extensión. Es preciso desde la expresión de lo sagrado cuestionar al hombre y también hacer- se preguntas por el entorno de lo sagrado. Por lo mismo, no sirve ni es suficiente el continuar utilizando modelos y formas del ayer. Si estamos convencidos de que el arte es como un ministerio, nobile ministerium lo llamó el Concilio (SC 122), realmente deberemos superar, desde el ámbito de la evangelización, el riesgo constante del acercamiento externo a un arte ya histórico, para recuperar el espa- cio de la creación artística integral. Hacer esta opción supone no sólo la referencia concreta y precisa a una obra de arte en el espacio sagrado, sino la armonía total que permite el diálogo del hombre con Dios, lo que se ha de tener en cuenta en el templo, así como en todo lo que en éste se contiene y celebra. Es, por tanto, una llamada de atención a delimitar espacios físicos para una comunidad, que sean capaces de proyec- tar una imagen y una referencia trascendente. Es una nueva manera de interpre- tar la obligación que la Iglesia tiene de ser fermento en medio de la masa, para que el hombre pueda ser interpelado. Es, por lo mismo, la realidad que se impone cuando contemplamos una obra de arte en el lugar concreto para el que ha sido creada, v.gr . para un espa- cio sagrado, o cuando la contemplamos fuera de contexto en una acumulación museística, donde se pierde ese referente quedando determinado exclusivamente por lo externo y funcional. Ésta es ya una llamada de atención desde la comprensión de la fe y la ade- cuada evangelización, para que un lugar concreto pueda llevar al hombre a orar, celebrar y contemplar. 2. L A SIMBOLOGÍA Juan Plazaola, uno de los grandes conocedores del arte sacro, sintetizaba éste, fundamentalmente en cuatro etapas 2 : 150 Miguel Anxo Pena González 2 Cf. J. Plazaola, Historia del arte cristiano , Madrid, BAC, 1999; ID., Historia y sentido del arte cristiano , Madrid, BAC, 1996.
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