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Cifres, éste me respondía que aquello ya no funcionaba como cuando Don José Ignacio Tellechea había consultado libremente todos los fondos y que había que cumplir un escrupuloso orden de acceso; curiosamente, al final pude consultar los fondos en los días previstos. En 1956, de regreso a España, comienza su etapa docente com- paginando ya la Teología Fundamental con la Historia de la Iglesia Moderna y Contemporánea en un primer semestre en San Sebas- tián, desplazándose en el segundo a Madrid para impartir Historia de la Iglesia en el recién fundado Seminario Hispano-Americano, situado en la Ciudad Universitaria de la capital de España. Su dedi- cación a la docencia estaba basada en el objetivo de que sus discípu- los llegaran a sentir gusto por la Historia como ancho margen de comprensión y mentalidad histórica. El marco singular de Madrid, así como el aprovechamiento del tiempo libre que dedicaba al Archivo Histórico Nacional, a la Biblioteca Nacional o a la Real Aca- demia de la Historia, donde se encuentra el proceso del Arzobispo Carranza, le permitieron trabar amistad con figuras de la talla de Marañón, Menéndez Pidal, Laín Entralgo, Pérez de Tudela, Dámaso Alonso o José Antonio Maravall, entre otros. Serán años también en los que se comienza a consolidar su acti- vidad como escritor y uno de los frutos más granados, será la publi- cación de la tesis presentada en la Universidad Gregoriana para lograr el grado de doctor en Teología. Es publicada en Vitoria, bajo el título La Inmaculada Concepción en la controversia del P. Maldo- nado con la Sorbona . Este desplazamiento entre dos espacios docentes y otro investigador, que ocuparía los meses de junio y julio en Roma, le permitirán recopilar el material necesario para sus constantes publicaciones a lo largo de varias décadas. En 1966 con- valida su título eclesiástico en la Complutense, aunque opta por seguir impartiendo la docencia en los entornos eclesiásticos. De manera inesperada, el Seminario Hispano-Americano cierra sus puertas al finalizar aquel curso académico, pero, curiosamente y ante la muerte del Profesor Luis Sala Balust, se presenta al concurso de cátedra de Historia de la Iglesia en la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, obteniendo dicha plaza. De esta manera, el semestre en Madrid es sustituido por Salamanca y, San Sebastián es compaginado con la docencia también en la Facul- tad de Vitoria, aunque pronto dejará la tarea en su ciudad natal, manteniendo casi hasta el final de su trayectoria docente ambos centros de formación, etapa que se dilata desde el año 1970 hasta su jubilación en 1998. J. IGNACIO TELLECHEA IDÍGORAS. IN MEMORIAM 7

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