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16 MIGUELANXO PENA GONZÁLEZ El gran acierto de Vitoria no se encontraba exclusivamente en la repetición de aquello que ya se hacía en París, sino en hacer de los problemas más acu- ciantes de su momento histórico, una experiencia y un acontecimiento del que la Teología había de ocuparse y a la cual dar una respuesta coherente para la socie- dad y los hombres . Era una nueva y concreta manera de concebir la realidad del hombre, que estaba en estrecha relación con la Teología, pero que, bebiendo de las sustanciosas aguas del humanismo, entendía ésta como una ciencia abierta, dinámica y de actualización política, conciliando perfectamente la investigación de carácter más positivo con las posibilidades aportadas por la recuperación de las lenguas clásicas, como complemento para una Teología donde ya abundaba lo especulativo. Al mismo tiempo, Vitoria es un autor en el que se encuentran vestigios firmes de las diversas líneas de pensamiento, de tal suerte que la conjunción de humanismo, nominalismo y tomismo, provocan en él ese resultado singular. Por lo que, la característica identificadora de su Teología, será la vertiente práctica de la misma, que tiene su punto de apoyo y origen en los diversos maestros pari- sinos de los que bebe con asiduidad. Dicho estilo ecléctico lo vemos también presente en John Mair, en Pedro Crockaert o en el mismo Juan Fenario. Estos maestros, al tiempo que van educando discípulos, generan una amplia red de contactos que abarca todo el Orbe. En el caso del escocés se ven claramente las vinculaciones que se abren entre Glasgow, París y Salamanca, algo que pode- mos aplicar a otros autores y que, desde Salamanca tendrá en Vitoria uno de sus grandes vértices. El maestro dominico se detiene en comentar del Aquinate, precisamente la I-II ae y la II-II ae , donde el argumento es eminentemente práctico y jurídico. Así, aunque la fuerza recaía sobre el tomismo, éste no se imponía de manera tajante, sino que tenía un carácter dialogal. El contacto con la realidad, con lo concreto, distanciándose de las univer- salidades, como algo propio del pensamiento medieval, era una alternativa muy sugerente para aquellos que se acercaban a sus aulas. Si las lecciones estaban basadas en los comentarios teológicos, ya fuera según las Sentencias o la Suma , las extraordinarias se acercaban a los temas de más candente actualidad, en los que el maestro salmantino encontraba en el Aquinate también a un perfecto interlocutor. Él mismo prestará especial atención a los temas que inquietaban a la sociedad, desplegando toda una sabia nueva. Los temas son aquellos que preci- samente circulan más frecuentemente y preocupan a todos: el derecho de gentes, el derecho internacional, la potestad civil y eclesiástica, las cuestiones morales, el problema de la guerra, de los indios, el comercio con las Indias y el problema Cf. V. M uñoz D elgado , “Lógica y filosofía. 1. Nominalismo, lógica y humanismo del siglo XIV al XVI”, en M. F ernández Á lvarez – L. R obles – L. E. R odríguez -S an P edro (coords.), La Universidad de Salamanca. II. Atmósfera intelectual y Perspectivas de investigación , Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 1990, p. 153.
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