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LA «ESCUELA DE SALAMANCA»: UN CONTEXTO SINGULAR 13 Con todo, sin negar que el tomismo sea fundamental para sostener el pensamiento de los grandes autores salmantinos, entendiendo por ellos a los dominicos Francisco de Vitoria, Domingo de Soto Soto y Melchor Cano, no podemos olvidar que el nominalismo sigue estando presente y, posiblemente a él se debe alguno de los logros del nuevo hacer teológico. En este sentido, si algo caracteriza a Vitoria y Soto, es su libertad en el uso de las vías, no sintiéndose absolutamente dependientes de una Escuela, y viéndose abocados a un único autor y método, sino con la libertad suficiente para “usar” aquello que fuera más oportuno a sus intereses o discurso concreto. Por otra parte, sus avances en el ámbito sistemático serán fruto de la aplicación de los nuevos conocimientos especulativos y deductivos, aptos para la ciencia teológica, abriendo así las puer- tas a una teología de corte claramente especulativo. El éxito de la metodología, por otra parte, iba estrechamente unido, en el entorno salmantino, al florecimiento cultural y religioso de los dominicos a comienzos del siglo XVI, que se deja sentir en la vida de la Universidad de Sala- manca, con un peso realmente considerable dentro de la corporación académica y que, en la primera mitad del siglo gozará de cierto eclecticismo, donde estaba presente también el humanismo, por lo que admitir la restauración del tomismo por parte de Vitoria supone, al mismo tiempo, tener presente un contexto de amplias y abiertas influencias, donde el progresivo descubrimiento de una nueva manera de hacer Teología, tenía como pretensión ser más equilibrada y profunda que los clásicos métodos de Escuela. Era, por tanto, la entrada callada de lo que los autores darán en llamar «Teología positiva», entendiendo por tal aquella que reúne los dos ámbitos fun- damentales del depositum fidei , que no son otros que la Escritura y la Tradición. Era el paso a una lectura de conjunto, donde aparecían los aspectos esenciales: los documentos Escriturísticos, los testimonios transmitidos por la Tradición y las enseñanzas del Magisterio. Era, por tanto, una consecuencia de la Teología que se había venido elaborando desde el siglo anterior en la Península Ibérica, con un fuerte acento en la búsqueda, donde las fuentes y el intento de aplicación a la vida era ya una característica identificadora. Teniendo esto presente, el carácter apologético por el que es identificada la teología española, habrá de ser presentada como un resultado posterior, de lo que podríamos denominar como la «segunda generación» de la Escuela, momento en el que pasará a ocupar un papel relevante una lectura rigorista del tomismo, y que tendrá a Domingo Báñez como su exponente principal . Será él mismo quien considere a los tomistas anteriores a él, entendiendo por tales a Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Melchor Cano y Mancio de Corpus Christi como algo eclécticos y afines a las novedades, distanciándose así de la verdadera doctrina del Doctor Angélico. Cf. D. B áñez , Scholastica com- mentaria in II am II ae , Duaci, 1615, p. 383.
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