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LA «ESCUELA DE SALAMANCA»: UN CONTEXTO SINGULAR 37 la Universidad, aun en el caso de estar incorporados a la misma. En este sentido no se puede tampoco olvidar que, como señala Clara Ramírez, “las normativas tridentinas, las tendencias jerárquicas en el interior de las Órdenes y el nuevo impulso de reforma emprendido por Felipe II y el Papado obligaron a formalizar las relaciones entre Órdenes y Universidad, lo que explica la afluencia de nuevos matriculados” 39 . Era, por tanto, un momento con unos condicionantes sociales y políticos propicios, que también tenían su apoyo formal a partir de aquello que se enseña- ba y cómo se enseñaba. El mismo hecho de que los apuntes, traslados y cartapa- cios –en una variedad de formas y contenidos– fueran el recurso general para el estudio de unos y para la explicación de otros, era también un medio más fácil y oportuno para depurar la doctrina, puesto que aquello que se afirmaba, de una u otra manera iba a quedar reflejado por escrito. Basta con recordar la variedad de materiales que se encuentran en la celda conventual de fray Luis de León cuando es apresado por la Inquisición. En ella encontramos: “Apuntes de clase de escolástica y Biblia tomados por el propio fray Luis en Alcalá y Salamanca, en su época de estudiante; apuntes de otras clases univer- sitarias prestadas por los oyentes; copias de lecciones en diversas Universidades, enviadas por amigos y colegas; manuscritos inéditos de profesores amigos, pres- tados por ellos mismos; apuntes de clase de Escolástica y Biblia ampliamente circulantes, en manuscritos, entre los miembros de la Orden agustina; apuntes y anotaciones de clase que se custodiaban en la librería del convento de San Agustín de Salamanca; traslados de actos públicos y repeticiones universitarias; finalmente, copias de apuntes de sermones, prestados o propios” 40 . En los materiales reseñados en su celda parecen reflejarse diversas líneas teológicas, como un fiel reflejo de la época y el momento concreto en el que nos encontramos. La Teología positiva y la Escolástica-tomista están presentes en su celda, sin olvidar a los autores que él mismo había señalado por sus nombres (Francisco de Vitoria, Melchor Cano, Andrés de Vega, Pedro de Sotomayor, Juan de la Peña, Juan Gallo y los maestros Cipriano y Villalobos), que se ven proyectados hacia diversos lugares, desde su amplia difusión de pensamiento teológico, pastoral y moral. La misma realidad promovida por Trento, aunque tradicionalmente ha sido interpretada como de férreo control, fue una oportunidad única para purificar una Iglesia acomodada y decaída, que tenía totalmente abandonado su ministerio 39  C. I. R amírez G onzález , La Universidad de Salamanca en el siglo XVI... , pp. 155-156. 40  L. E. R odríguez -S an P edro , “Consideraciones sobre la formación cultural de San Juan de la Cruz”, en S. R os G arcía (coord.), La recepción de los místicos. Teresa de Jesús y Juan de la Cruz , Salaman- ca, Universidad Pontificia de Salamanca, 1997, p. 331.

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