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34 MIGUELANXO PENA GONZÁLEZ dad de escuelas teológicas dejando cada una buenos y típicos representantes de su paso por allí” 34 . Un último autor a considerar es el jurista Diego de Covarrubias y Leyva (1512-1577) 35 , que llegaría a ser obispo de Ciudad Rodrigo, lo que justificará su presencia en Trento y, posteriormente, será promovido sucesivamente a las diócesis de Segovia y Cuenca; oidor de la Chancillería de Granada, reforma- dor del Estudio salmantino por mandato del soberano, presidente del Consejo de Castilla..., que, a su vez, había sido discípulo del mismo Doctor Navarro. Habla claramente de una Escuela teológica , y tiene un serio conocimiento de la misma, entendiendo que ésta afecta e imbrica los diversos saberes desde su lugar de prima artium . Sus mismas intervenciones en el Concilio, no se referirán exclusivamente al ámbito jurídico, sino que estarán vinculadas a lo dogmáti- co-sacramental: comunión bajo las dos especies, sobre el grado de los obispos frente al de los presbíteros, la sacramentalidad del orden y del matrimonio, así como sobre la materia de reforma. A diferencia de los otros colegas vitorianos, éste no tendrá una proyección internacional hasta su presencia en el Concilio, donde llegará incluso a ser uno de los redactores de algunos cánones pero, por el contrario, tendrá una magnífica carrera política. Es, por tanto, fruto ya de esa Escuela en la que él correspondería al primer grupo de discípulos. Con estos antecedentes, parece evidente que una línea de pensamiento humanístico amplio se va abriendo paso en las distintas disciplinas, con autores de gran solvencia y categoría. La misma capacidad económica del Estudio per- mite apostar por los mejores, en una línea de competencia científica de primer orden. Todos ellos, caracterizados por una formación amplia, con maestros de gran renombre y en los lugares más significativos de pensamiento, con un cul- tivo oportuno de lo humanístico, y que harán posible ese renacimiento a orillas del río Tormes. Ante esta realidad, aquello que pudo tener su punto álgido y referente fundamental en la cátedra de Prima de Teología, se proyecta ahora hacia toda la Universidad y, a su vez, se configura también a partir de elementos externos que van influyendo en la misma. La Escuela, por tanto, habrá de ser leída desde este momento, en un doble nivel: como un método de enseñanza particular, que es el expuesto y referente fundamental de los autores a la hora de interpretar la «Escuela de Salamanca» y, en un segundo momento, la reflexión y elaboración 34 I. V ázquez J aneiro , Fr. Andrés de Vega y la Teología positiva …, p. 131, nota 2. 35 Acerca de este autor, Cf. C. G utiérrez , Españoles en Trento , Valladolid, Instituto Jerónimo Zurita, 1951, pp. 238-246; L. P ereña , Diego de Covarrubias y Leyva, maestro del de Derecho internacional , Madrid, CSIC, 1957; F. M arcos R odríguez , “D. Diego de Covarrubias y la Universidad de Salamanca”, en Salmanti- censis , 6 (1959) pp. 37-85; J. P astor F luixà , “Un jurista al servei de la monarquia: el vice-canceller Diego de Covarrubias”, en Dels furs a l’estatut. Actes del I Congrés de’Administració Valenciana, de la Història a la Modenitat, València 1992 , Valencia, Institut Valencià d’Administració Pública, 1992, pp. 189-198.
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