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LA «ESCUELA DE SALAMANCA»: UN CONTEXTO SINGULAR 31 parte de su producción intelectual, no se circunscriben exclusivamente al entor- no jurídico, sino que abarca también el teológico, pastoral, espiritual, económi- co; lo que nos muestra otro de esos elementos identificadores de la «Escuela de Salamanca». Una impronta particular, de corte interdisciplinar a la hora de abordar los problemas concretos, intentando dar respuestas, de tal suerte que la Universidad cumpla su razón de ser como universalidad del saber. Es preciso también recordar cómo Azpilcueta representa la línea más abier- ta de pensamiento, asumiendo la defensa jurídica de Bartolomé Carranza, lo que enfriará su relación con Felipe II, y le llevará a Roma, donde Pío V lo adscribe a la Penitenciaría como consultor canonista. Su línea de pensamiento se había mostrado ya con anterioridad en una abierta opción por la Compañía de Jesús, y las fundaciones de los Colegios de Salamanca y Coimbra, lo que le situaba en el movimiento renovador en su sentido más amplio. Su lugar en la Historia del Derecho del siglo XVI fue significativo, y Luciano Pereña, en su estudio preli- minar a la edición del Comentario de cambios , del canónigo regular, del Corpus Hispanorum de Pace, le dedicaba estas elocuentes palabras, que pueden ser una buena síntesis de su figura y de su vinculación con la sensibilidad que se vivía en Salamanca: “Comentando la Bulla Coenae incorporó los principios de Vitoria sobre la guerra justa e interpretó la empresa española en América. Inicia la doctrina del contrabando de guerra y señala las relaciones que pueden existir entre el mundo cristiano y el imperio turco al criticar los tratados de alianza de Francisco I con Solimán el Magnífico. Azpilcueta recordaba siempre que Alcalá le había educado, Salamanca le había hecho hombre y Coimbra le había engrandecido. Así mismo se consideraba un hombre universal. Había estudiado en Francia y España, enseñó en Cahor, Salamanca y Coimbra, fue consultado por la Corte de París, Madrid y Lisboa. En sus últimos años fue consultor permanente de la Curia romana. Y había recorrido otros países europeos. Este dato influyó extraordinariamente en el equili- bradísimo sentido humano ante muchos problemas europeos. Cuando dolosamente fue acusado de antiespañolismo por sus relaciones con los franceses, dio entonces la norma suprema de convivencia humana” 28 . Siguiendo el discurso del Doctor Navarro, nos encontramos otro autor que él considera crucial para poder interpretar el tejido magisterial salmantino, en las primeras décadas del siglo XVI que no es otro que Juan Martínez Silíceo (1477- 1550) 29 , que llegaría a ser obispo primado de Toledo, y que en ese momento 28  L. P ereña , “El comentario de cambios”, en M. de A zpilcueta , Comentario resolutorio de cam- bios , A. U llastres - J. M. P érez -P rendes - L. P ereña (eds.), Madrid, CSIC, 1965, pp. XVII-XVIII. 29  Acerca de este autor, Cf. H. M ota A révalo , “Cuarto Centenario de la muerte del card. Silíceo”, en Revista Española de Derecho Canónico , 12 (1956) pp. 299-310; C. V ilá , “Martínez Silíceo o Martínez Guijarro”, en Diccionario de Historia Eclesiástica de España , t. III, p. 1437; C. F lórez M iguel , “El ambiente cultural de la Salamanca del Renacimiento en torno a la figura de Juan Martínez Silíceo”, en

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