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LA «ESCUELA DE SALAMANCA»: UN CONTEXTO SINGULAR 23 na manera, volvía a poner el acento sobre cuestiones teológicas de carácter más sistemático-dogmático, donde quedaban en un segundo lugar aquellos temas y aspectos con un carácter más sistemático o pragmático-moral. Esto explicaría la mayor difusión de otros autores, que respondían más al proyecto conciliar. 3. La configuración de la Escuela El resultado concreto de esa manera de hacer Teología, convertido a cien- cia escrita, tiene en Domingo de Soto su momento más significativo. A él y a la técnica del dictado debemos la transmisión de un pensamiento, que fue singular a lo largo de una época. Podríamos decir que el dominico segoviano se convierte en un gozne entre el creador de la Escuela –Francisco de Vitoria– y su teólogo más preclaro –Melchor Cano–. Si por algo ha de ser recordado Domingo de Soto es precisamente por su amplia producción impresa, que tiene como origen sus manuscritos y los apuntes al dictado de sus alumnos, que posteriormente serán reelaborados por él mismo en sus diversos libros. Es una actividad amplia, que produce enormes frutos, y que inmediatamente se convertirá en una fuente de obligatoria consulta. Diego de Covarrubias lo considerará el más insigne de todos los teólogos de la Escuela de Salamanca, especialmente en razón de su rigor y criterio y, en términos parecidos, se expresa también Matamoros, que llega a hablar de él como cumbre de las nobles artes, aunque piensa que si no ha llegado a mayor esplendor es por una visión demasiado humanista, o libre de lo que era la Escolástica. En su comentario In Quartum Sententiarum , ofrece un pensamiento de marcada elaboración personal, donde aquellos temas que le inquietan de manera más significativa, ocupan un lugar destacado: las cuestiones eclesiológicas en relación con los sacramentos, la tesis de la presencia de los pastores en sus sedes, que tan debatida había sido en Trento. Así como el uso de la Teología escolásti- ca, como medio eficaz para combatir la herejía protestante. Será un argumento aducido por él en el Aula conciliar 11 , pero que había ya manifestado anterior- mente en su relectio De ratione tegendi et detegendi secretum 12 , pronunciada en el curso 1540-1541 y que volverá a abordar en el prólogo al segundo volumen de su Commentariorum in IV Sententiarum , de 1559. Así plasmaba un código de relaciones y comportamiento social, que man- tiene cierta autonomía de otras cuestiones teológicas, pero que ineludiblemente no podía prescindir de ella. Era evidente, como ya lo había sido para Vitoria, que 11 Según relata el cronista, Soto actúa representando a los intereses de los dominicos. Cf. Concilium Tridentinum. Diariorum, Actorum, Epitularum, Tractatuum nova Collectio, edidit Societas Görresiana pro- movendis inter Catholicos Germaniae Litterarum studiis, t. I, Fribourg, 1901, p. 60. 12 Cf. D. de S oto , Relecciones y Opúsculos. II.1. El abuso de los juramentos. La ocultación y reve- lación de secretos , Salamanca, San Esteban, 2000, p. 184.
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