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22 MIGUELANXO PENA GONZÁLEZ obra tiene como fin estudiar los lugares y fuentes de donde deben tomarse los argumentos para la demostración en Teología. Con estos condicionantes, Vitoria pasa de maestro a modelo, y de insigne teólogo a padre de un nuevo método y Escuela teológica. Y, en la medida en que los discípulos sigan el estilo propio del maestro, estarán asegurando su propio éxito personal, puesto que sus oyentes convencidos y admirados por el éxito que éste había obtenido, quieren también ser partícipes de esa gloria singular, en la que en todo momento ellos mismos han procurado tener como modelo la erudición particular de Vitoria, y por la que tampoco niegan obtener cierto renombre. Pero si Melchor Cano nos sitúa en un contexto teológico-eclesial, no pode- mos tampoco olvidar el civil, en el que se le considerará también a Francisco de Vitoria, como una columna firme de la patria. Así lo expresa el P. Alfonso Muñoz en carta al príncipe Felipe y que introduce en la primera edición salman- tina de las relecciones, escrita en diciembre de 1564, y en la que manifiesta la deuda tan grande que España tiene con Vitoria: “Mucho debe toda España a este varón meritísimo puesto que él lo ha con- quistado por muchos títulos, sobre todo, porque cuando la Teología estaba en Espa- ña llena de polvo y confusiones y aun de lodo, muda y casi sin lengua ni expresión, él sólo la restituyó a su propia claridad, a su integridad, ornato y hermosura. Son testimonio de verdad no sólo las historias que se escriben, sino principalmente las flotas de discípulos que de sus Escuelas se esparcen por doquier” 10 . En todo este halo de misterio que envuelve al que podemos considerar como el fundador de la «Escuela de Salamanca», automáticamente surge el inte- rés de sus correligionarios, por hacer saber, por hacer conocer, por difundir sus pensamientos e ideas; tarea que llevan a cabo con excesiva moderación. En este sentido, resulta llamativa la pérdida tan rápida de las copias ori- ginales de sus relecciones , ya que teniendo en cuenta que la fama de Vitoria se extiende muy pronto por toda la catolicidad, siendo considerado como un gran teólogo, al que era necesario recurrir para saber su opinión y parecer sobre diversos e intrincados asuntos, lo lógico es que se pusiera mayor atención sobre todo aquello que provenía directamente de él, lo cual tenía su principal punto de apoyo en sus manuscritos. Cabe suponer que su doctrina fuera rápidamente asimilada, por lo que perdería importancia el autor de la misma, tomando mayor fuerza el contenido en sí, que pasará inmediatamente a ser patrimonio de la Escuela como tal. Tampoco se puede olvidar que la Contrarreforma se encuentra en su momento de mayor expresividad, identificado por el Concilio que, de algu- 10 A. M uñoz , “Serenissimo atque Aucutissimo Hispaniarum Principi Carolo Philippi regis”, en F. de V itoria , Relectiones undecim , Salmantica, apud Ioannem a Canova, 1565, f. 4v.
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