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LA «ESCUELA DE SALAMANCA»: UN CONTEXTO SINGULAR 21 posteriores a esta época, verá que aparecen citados con mucha más frecuencia Domingo de Soto, Melchor Cano o el mismo Mancio de Corpus Christi que nuestro maestro, en cualquiera de los coetáneos y autores inmediatamente poste- riores de todo el contexto europeo. Esto nos lleva a determinar diversos momen- tos, distinguiendo entre lo que sería el espíritu creativo y renovador, propio y característico de Vitoria, y lo que sería en un momento posterior, la organización de la Teología a partir de esas bases nuevas y fundamentales, acomodándose de manera progresiva a los intereses delineados por el Concilio de Trento. Con este preámbulo se entiende mucho mejor a Melchor Cano, cuando en el libro XII de su De locis theologicis , afirma que él proviene de la Escuela de Francisco de Vitoria. Por lo que nuevamente vemos formulada la afirmación y configuración de una academia particular, con un estilo propio y singular, dife- rente del utilizado hasta aquel momento, donde aquellos que han participado de la misma, se sienten especialmente orgullosos y agraciados, asegurando que la venida de éste a España y, por lo mismo a Salamanca, fue un don especial reci- bido del cielo, del que se sienten además deudores, entendiendo que este detalle se lo habría transmitido directa o indirectamente el mismo Vitoria. Es el mismo Cano, quien en su discurso afirmará que su capacidad no se puede comparar con la de su maestro, pero que le gustaría llegar a equipararse a él, al menos en el deseo y la voluntad, por lo que no tiene tampoco problema en afirmar que copia de él ese depósito seguro de ciencia. Valoran su doctrina, su prudencia, su acierto y oportunidad, intentando seguir su manera de argumentar, con lo que se convierte en un camino seguro, en un momento en el que es nece- sario contar con seguridades precisas. A esto se une, además, un elemento que es incapaz de ocultar, el hecho de que su discurso es más elegante que el usado normalmente por los escolásticos, también esto se le debe a él, teniendo clara conciencia de esos residuos humanistas y eclécticos que caracterizan la primera generación de la Escuela. Por otra parte, no podemos olvidar que, es precisamente la obra de Mel- chor Cano, la que pone en evidencia la importancia de la Teología de la época y, especialmente, de cara al desarrollo posterior de la misma. En este sentido, Mel- quíades Andrés afirma que se trata de la “metodología teológica más importante de la época moderna. Se distingue por su poderosa originalidad en el plantea- miento general de la obra, por la riqueza de su erudición, la claridad y firmeza de su pensamiento y la belleza de su forma literaria. Pocos latinistas igualan la perfección formal de Cano en el Renacimiento, y no es fácil encontrar a alguno que lo supere” . El tratado tenía su base en la concepción teológica de Vitoria, reformulada y convertida ahora en teoría, así lo sostendrá el mismo autor. Su   M. A ndrés M artín , La Teología Española en el siglo XVI , t. I, Madrid, BAC, 1976, p. 412.

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