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123 Derecho natural y ley natural en las Indias. La propuesta de Vitoria Por contraposición, la ley humana positiva no es sino una ordenación de la razón al bien común, promulgada por quien tiene el cuidado de la comunidad . La ley o el derecho natural, por participar de la ley divina eterna, es algo inseparable puesto que cualesquiera leyes o preceptos deben derivar de ella y de un primer principio: la obligatoriedad de obrar el bien y evitar el mal . Tam- bién es universal, por su carácter de única, tanto en cuanto a su cognoscibilidad como a su validez. La cualidad más importante, razón por la que los autores de la Edad Moderna la tuvieron especialmente en cuenta, resaltando siempre la peculiar condición de ser algo inmutable. Esta idea vendrá confirmada, tanto por el derecho civil como por el canóni- co, cuando aseveran que el derecho natural no cambia con el tiempo y es firme e inmutable . En este sentido, San Agustín dirá que toda ley humana debe ajus- tarse a la ley eterna y aunque, a veces, la ley humana permita un mal menor, son actos que siempre merecen el castigo de Dios . Santo Tomás, por su parte, introduce una distinción, que será clave a partir de él, y aceptada por la mayoría de los autores, para explicar ciertas costumbres y normas que parecen contra- rias al derecho natural. Distingue en la ley natural entre dos principios: - primarios , los cuales son absolutamente inmutables, tanto en lo que res- pecta a su conocimiento como a su validez, pues nadie puede ni dejar de cono- cerlos ni de cumplirlos; - secundarios , los cuales se derivarían a modo conclusiones generales de los primarios. Estos segundos, aunque son válidos para todos, considera él que pueden fallar en algunos casos, tanto en cuanto a su sentido como a su conocimiento, porque algunos tienen la razón pervertida por las malas pasiones, bien por las costumbres y hábitos. Esto explicaría que la inmutabilidad de la ley natural puede fallar en ocasiones. Entendiendo que dicho error estaría siempre en rela- ción directa a los principios secundarios. Por tanto, la ley natural, que además de ser inmutable está indeleblemente escrita en la razón humana, puede borrar- se y obscurecerse en el corazón de los hombres por sus malas costumbres .  Cf. T omás de A quino , Summa Theologiae , i-ii, q. 90, a. 1, 3.  Cf. I 1.2.11; D 5 Prólogo.  Cf. A gustín , Del libre albedrío , lib. i , cap. 15, Madrid, bac, 1957, 212-214, 241.  Cf. T omás de A quino , Summa Theologiae , i-ii, q. 9, a. 2-4, 6; q. 94, a. 4-5.

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