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LOS CARISMAS DE LA CRUZ: LA VISIÓN FRANCISCANO-CAPUCHINA 177 de renovación en diversos momentos de la historia. Este detalle parece de gran importancia, puesto que las constantes reformas franciscanas tendrán como elementos fundamentales, la penitencia de vida vinculada a la cruz del Señor y, al mismo tiempo, la búsqueda de la pobreza radical de vida, en recuerdo del Maestro y el ejemplo del “Poverello”. El detalle aparece constantemente en esas reformas franciscanas que irán dando forma a esa experiencia, incluso en su plasmación simbólica. Así, desde momentos muy tempranos, la Orden franciscana se identificará con un escudo en el que aparecen entrecruzados un brazo de Cristo y otro de Francisco, ambos con las llagas de la Pasión y unidos por la cruz, haciendo referencia a la perfecta conjunción entre ambas figuras. Al mismo tiempo, un segundo escudo aparecerá como identificador del franciscanismo, en sus múltiples variaciones, y no será otro que las cinco llagas de la pasión. Simple, pero sumamente elocuente. No deja de ser significativo que, precisamente, estos dos escudos sean los que han identificado simbólicamente al franciscanismo a lo largo de cinco siglos, por lo que se supone que es un elemento fundamental para aquellos que viven esa experiencia. 3. LA REFORMA CAPUCHINA Corno ya hemos señalado, la reforma capuchina no hace más que volver la mirada, en un momento de cambios en la sociedad, hacia el ideal primigenio, poniendo los acentos en la austeridad y penitencia, expresada simbólicamente por medio de la cruz, que sigtle planteando la asunción de la cruz como una manera de predicación y apostolado. Incluso, llegando a considerar que en ella se expresa de forma singular una opción pectiliar de servir a los hombres. No cabe duda que la cruz recorre toda la vida del hermano menor capuchi no, tanto desde los orígenes de la reforma como hasta en las últimas Constitucio nes que ordenan y dan forma de vida al vivir cotidiano de esta Orden religiosa. En este sentido, las Constituciones renovadas en el proceso posconciliar, conju gando perfectamente lo espiritual y lo jurídico, presentan la cruz como un ele mento transversal en la vida concreta de los hermanos. Así, en los tres ámbitos fundamentales que configuran la vida cotidiana de los religiosos, está presente. Por una parte, en la vida de oración y contemplación, que aparece presentada a partir del amor a la cruz (Const 2, 2; 4, 3); en una vida pobre, de tal suerte que sea iguaL a la de Cristo que hasta su muerte en cruz amó a los pobres (Const 59, 2); y en la vida apostólica de los hermanos, en la que s entiende que éstos han de estar dispuestos a soportar la cruz (Const 145, 7). Pero, además, esta experiencia en la historia espiritual de los capuchinos tendrá unos claros modelos simbólico-identificadores, que reproducen la expe riencia del mismo Francisco. No se trata ahora de recorrer cada uno de ellos,

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