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176 MIGUEL ANXO PENA GONZALEZ vivir en toda su profundidad el misterio cristiano, la encarnación y muerte del Hijo de Dios. Francisco se convierte, por lo mismo, en el santo anunciador de la alegría de la cruz, siendo visto por todos como el hombre marcado por esa experiencia, que antes de su manifestación externa es toda una identificación profunda e interior. Pero la mística de la cruz, Francisco incluso la dejará reflejada en sus escritos, especialmente en el Oficio de la Pasión, en el qtie muestra cómo no se trata simplemente de una devoción estática, sino que es algo implicativo, que introduce en todo el misterio de la vida del Señor. Se trata de una composición de quince salmos construidos con diversos versículos del libro de los Salmos, de Isaías, Lamentaciones, del Exodo y de textos litúrgicos que Francisco retoca para darle unidad interna y que él utiliza para su oración y devoción personal, y que sus hijos guardaron como un testamento vivo de su experiencia de Dios hecho hombre. 2. LA CRUZ CONVERTIDA EN IDEAL FRANCISCANO La experiencia que vive el propio Francisco, en ese convencimiento radical y profundo, la transmite a sus seguidores, convirtiéndola en elemento identifica tivo del franciscanismo. Es la visión del Maestro en su doble vertiente de pobre y crucificado, que tendrá también su clara identificación y experiencia particular en innumerables santos y beatos franciscanos, tanto laicos como religiosos; al mismo tiempo que en innumerables hermanos, incluso de aquellos que se apar tan de la ortodoxia, como puede ser el caso de Ubertino da Casale. Ejemplo significativo será el de san Buenaventura de Bagnoregio que, además de ser un gran teólogo, fue un profundo místico y que tendrá una experiencia particular de la cruz del Señor, que expresará en su Lignum vitae. El mismo título ya resulta sumamente elocuente, puesto que se trata de la experiencia de la cruz, como comunicadora de vida. Esta experiencia de carácter espiritual tomará, después, forma devocional, especialmente a partir de la predicación de san Leonardo de Porto Maurizio lle vando la práctica del Via Crucis a toda la cristiandad, de la que surgirá, en los entornos de los conventos franciscanos, la práctica de Cofradías y Hermandades de penitencia vinculadas a la devoción de la Cruz... en recuerdo de aquello que no era fácil afrontar, el peregrinar a Tierra Santa, donde los hijos del Poverello atendían con sencillez y esmero en aquellos lugares por los que había caminado el Maestro. De esta manera, la cruz configura la vida de todo franciscano, tanto seglar como religioso, lo que se muestra incluso en ese hábito cortado en forma de cruz. Una cruz que se convierte en praxis, basada en la profunda experiencia de Francisco que es fuerza manifiesta en la predicación de sus hijos y fuente
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