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vehículo de evangelización. Así se desprende de los escritos del profesor Ramos Guerreira cuando afirma que, “como teólogo me gustaría hablar hoy de una cul- tura que es fruto del Espíritu y servicio a la fe. Hablar de ella es hablar en el sen- tido más profundo de la catolicidad de la Iglesia, de su universalidad. Porque la catolicidad de la Iglesia no consiste solamente en el mandato de ser extendida por todo el mundo para que el evangelio llegue a todos los hombres, sino la capa- cidad interior que tiene el mensaje de Jesucristo de ser respuesta a los interro- gantes más profundos de la humanidad, de entrar en diálogo con todas las cultu- ras, de poderse hacer carne y realidad en la vida de los hombres. Esta catolicidad intensiva es la que funda la extensiva” 13 , es la que da concreción a la necesidad de encuentro con Dios que tienen las gentes de las diversas culturas a las que se acerca el evangelio. De esta manera, es posible encontrar las herramientas ade- cuadas para evitar el peligro siempre constante en la cultura occidental de con- vertirse en un puro intelectualismo. La cultura, por tanto, ha de ser un ámbito de acercamiento y no de distan- ciamiento, el hacer una fe creíble ha de pasar necesariamente por los elementos concretos de una cultura; aquellos que son referencia propia y singular de un grupo específico. Por lo mismo, Julio Ramos, cuando planteaba la necesidad de mantener el necesario equilibrio entre fe intelectual e integral afirmaba que: “en la religiosidad popular la fe es confesión externa, es visibilidad plástica, es comunión visible, es amor y devoción, es causa de sentimientos, es, en definiti- va, humana. Este carácter no anula inteligencia y compromiso, los hace más invitantes” 14 . En infinidad de ocasiones, nosotros hemos hecho una lectura diversa y, generalmente, mucho más reduccionista, considerando que esa confesión exter- na es pura palabrería y no tiene un sustrato rotundo de fe. No cabe duda que el racionalismo, en su afán de explicarlo todo, ha vuelto del revés el nivel de com- prensión simbólico, aunque esto no llegara en toda su hondura al pueblo senci- llo hasta mucho tiempo después. El mundo tecnificado, por su parte, no siente la necesidad de lo novedoso y mágico, de lo sorprendente, puesto que el cine, entre otras técnicas, ha mostrado que aquello que soñamos o nos imaginamos, puede hacerse visible mediante técnicas y montajes. Quizás la cuestión más importan- te es la recuperación de ese espacio único que supone el encuentro entre el com- promiso personal y la inteligencia, que no deja de ser una muestra más de la madurez que el individuo manifiesta en toda su vida. Equilibrio y coherencia, que es el vehículo más adecuado y oportuno para la transmisión de la fe y de las tradiciones. 62 LA RELIGIOSIDAD POPULAR EN LOS ESCRITOS DE... 13 Id., “Otras formas de hablar de Dios”: Clausura del curso en la Universidad de la Experiencia de Zamora, 10 de junio de 2002 [en prensa]. 14 Id., “La religiosidad popular y la acción pastoral de la Iglesia”, en o.c., p. 161.
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